martes, diciembre 26, 2006

Preámbulo para Y Orden Número Tres.

Para Lucía y sus cuidadosas palabras

La vida no es mía
la vida no es maple
ni miel ni quejido
ni mosca traviesa
ni ser numerable

La orden que aspiro respiro y concibo
Resguardo imperfecto
implacable el aullido

Arrullo de lirio y arrullo delirios
me muestro un insecto
afable y carnívoro

Los cuencos los ojos
los dedos despojos
en sprint o en carrera
disparo es olvido

Trotando los sapos nos llueven
corbatas de trapo
cuentos sin fin
y sus dudas hilacho


Por el plan el gran plan el gran dulce el vil plan
quema emerge y retuerce y angustia y florece

breve azúcar ficticia
que nos flota y sumerge
luego el sable del tiempo nos cercena
y no muerde

no hay sorpresa sin ruido
ni pasión que no duele

Y ese plan guillotina
y su flan que no es viernes
no es un más y no es trino
y no es flor que convence

Y no es pudor ni sopor
que resiste
los ojos de musgo sin piel de florista

Tus faros de hierba reinventan el mundo
y no busco más pistas
ni tramos profundos

Es la savia la sabia
no rubia ni labia
ni dado de ciegos
ni abril ni el invierno

Pues no busca ni encuentra
ni se nombra ni encierra
y no es uñas ni lluvias ni prendas
y no es río de angustias
ni un libro de cuentas


Retaba a la vida que menos ansiaba
una vida mi todo
o una vida mi nada
una vida sin tregua
una vida sin calma
la molesta cosquilla de quien no espera nada


Mentí como sombra
y amé como hastío
y harto de la bruma rompí con el frío
Dejé las consignas
quebré mis caminos:
Me supe un imbécil y no busqué abrigo

Ya cerca del cero y sin nombrar "míos"
tu lengua imperfecta rompió mi albedrío
De nuevo la espada y de nuevo el colmillo
de bruces sin faldas
sin sol sin aviso
Tu aliento era causa
y mi voz tu apetito
bendita sorpresa que no manda avisos


Y pausando me ordeno la calma
y sin rabiarlo me entrego a un destino:
Donde concedo ser nada y me escurro en tu oído
donde repugno las coplas
y vomito este ritmo
Desdeño más rimas
no sé lo que digo
no tengo paradas
ni hago sentido:


Es la orden más cauta que jamás me haya dicho:
ver la paz en la lluvia
mirar luz sin cocuyos
respirar a mordiscos unos labios sin rumbo
Y esperar esperar entre lianas y juncos
el minuto más claro

cielo despejado
feliz aeroplano

torre de control tomando una siesta

Y un despegue:

minuto tan claro
minuto tan claro
minuto tan claro


que me deja ser tuyo.

miércoles, diciembre 20, 2006

Orden N{umero Dos

Rompe la cerca amarilla y desgárrate los trenes y los ojos y los faros de neón azucarado y pálido Muerde el cinturón y asómate entre los neumáticos como un gato de ficción salivándose a hurtadillas Yérguete sobre las nubes y el smog y aparécete en cielo cínico sin rencor y músico sin tranvías Conduce sobre el patio de las nubes y molesta a las palomas que aún estén dormidas Labra y ladra como un perro revoloteando entre los rascacielos Ordeña la lluvia y desdeña los ruegos y a sus fieles mancebos de la servidumbre plástica y oratoria de colegio Refulge y brama mientras le cuentas un cuento

Para eso estás hecho
Para eso estás ciego
Para eso es que no paras hasta acariciar el borde del eterno cenicero.

martes, diciembre 05, 2006

Blue or green

the greenish chants sing
and what they sing is merely a singular orchid
over a singular valley
under a circular darkness that widens the horizon
until nonsense

the greenish touch and the greenish flavor
the greeniest you've ever greened
and the smallest grin
all of them shout consciently while holding tight some reason

Grinding the gruesome gray into the greatest gratefulness
Gorgeous was the glory that you simply couldn't see


Is that you? On the corner of the cycle?
Listening to jazz only to drown yourself in worries?
Is that you?
Are you the one who's thinking why he always picks the blue?
Why does he always prefer to be blue, to live blue, to breathe the blueness of his babbling bestiality?

Save your grief. You haven't done anything. You can't give up on her. She's the orchid. The one that whispers calmfully.

And she's all. And she's green.
And she's not to blame, she's just showed up to live.

Let the jazz play
let it be, let it sound
That will only last for as long as your brains have vanished
and you're up again
and you feel mugged and unraveled

It's her green and not yours
it's her numbness and her quiet

You're only to comply
and to admit
and to love her, tremendously enough,
until you're quiet.

martes, noviembre 28, 2006

Zero 7 - Speed Dial number 2



I don't need you anymore
I'm okay and I am sure
I don't need you anymore
Yeah I'm ok, I'm reassured

And I don't need you not today
I promise I'll call I promise I'll say
I don't need you not to stay
And if you ever need me I'll reciprocate

Your shoulders in my pocket
Speed dial No. 2
See you when I need you
See you when I do
See you when I do

Do you need me, I am here
Can you ask, can you be clear
Yes you need me, I appear
Now you are me, I am here

My shoulders in your pocket
Speed dial No. 2
Call it when you need me
See you when I do
See you when I do

Call me when you need me
Just call me when you need me

Call me when you need me
See you when I do

domingo, noviembre 26, 2006

Trotaflores

Y me han estremecido un montón de mujeres, mujeres de fuego, mujeres de nieve...
S.R.

Para cada mundo, cada prado, cada flor, cada pétalo y cada súbita danza mortuoria. Pero en especial, para ti.

He recolectado flores como he plagado de incendios las catedrales
catedrales de piernas
fuertes fortalezas las de las piernas y las del humo
y tenues
y suaves las tenazas y húmedas las causas
lo he quemado todo al tiempo que lo guardaba en el morral

para seguir trotando
y hacerme fuerte
para seguir andando
y que los vientos no me revienten

He andado creyendo en los países y en los mundos
y dado otros diez pasos seguro de las metas
y de los rumbos
he pisado a dedo limpio las guaridas de las hojas y de las cosas
y machacado a las orugas
a los grillos y a sus ingrávidas melodias
a los sueños y sus cosas

para seguir trotando
y hacerme fuerte
para seguir andando
y que ni el ruido ni la ciudad
sean aquello que me despierte

Luego me dejé de mapas
y me dejé de suertes
y me propuse llanamente croar junto a los prados
y creer sin miramientos en los campos y en las fuentes
Les canté cualquier manojo de arias y de odas
les supuse lo más grande y lo más mío y lo más siempre

para seguir trotando
y hacerme fuerte
para seguir croando
junto al frío y junto al prado
una elegía hecha de pájaros durmientes

Pero yo no era de prados
ni de mí las sinfonías
y las flores eran una por una
un sinfín de significados
y un eterno añil consciente
así que me puse a mirarlas
una a una
sin sol sobre la lupa y sin incendios saliéndome entre los dientes

para seguir trotando
y hacerme fuerte
para seguir creyendo en algo mío
y en algo digno de hincar el diente

Pero no era esa taxonomía
no
ni tampoco los nombres de las flores
las familias
la vendimia de su fruto
o su desértica unidad
tan brutal y tan silente

Eran más que las flores, los pétalos
y más que los pétalos
sus diminutas danzas
¡Cuánto tiempo perdido entre los mundos, los mapas y las estúpidas alabanzas!
Un sólo golpe de viento siempre fue capaz
de convertirme en un guerrero
y yo cazando el jugo sabio en un altar
y yo queriendo volar junto a lo grande
y junto a la muerte

para seguir trotando
y hacerme fuerte
y para no mirar lo suave y lo vano
donde se esconde la verdad
y donde se nutren los hermanos
y se hacen míticos los tridentes

Es ahora que transito sobre almohadas de helecho
terruños de paz
y gotas de sangre que se escurren entre la nieve
y sigo mirando los mundos
y los prados
y las flores y sus ecos únicos
acuñados de albores
suaves y lúbricos
y es ahora

cuando ya no me importa
y cuando pétalo tras pétalo me distingo entre las sierpes
porque a cada pétalo le canto
le doy
le vivo

porque
aunque sea sólo un segundo
uno por uno bailan para mí
y me acarician y me repudian
y luego me besan y me muerden

para seguir trotando
y para hacerme fuerte.

miércoles, noviembre 22, 2006

Versos del recuerdo

Encontré un blog fantástico aquí

Para Felipe



Alguna vez a alguien le recordé esa misma capacidad meretriz de las palabras. Y más aún, recuerdo haber no sólo identificado plenamente los días feriados y las modalidades de su putería, sino además la perversión que yacía en sus ojos, en cada una, en cada puta palabra puta.

Así, descubrí que hay palabras más putas que otras, como dije entonces. Ahora, me he olvidado de cuáles, de quiénes, qué palabras exactamente eran las más dadivosas, las más ofrecidas, las más peligrosas. Amor, historia, deseo. Recuerdo a esas tres con claridad.

Las demás me siguen tomando por sorpresa.


sábado, noviembre 18, 2006

Switch on

he aquí que me he puesto los eskís
y me he afanado a una sombrilla

y me he vestido de humo
y me comprado tres sillas


pues el paseo hoy toca
y hoy es
otra breve cabalgata

en la ciudad

de las orquídeas


Atrás los cazadores de pétalos
y en absoluto silencio
los merecedores
de etiquetas


Esta es la hora en la que danzan las flores
y en la que henchidas de sed
se marchan las rabietas:

Que no te atrapen los rumbos
valiente animal

Y que tampoco te surquen
(una vez es cruel jamás)

las metas.

viernes, noviembre 17, 2006

Desanúdense

Poesía que distancia no acerca. Pobre.

I.

I.
Érase el espejismo de una colina
fronteriza de la muerte, del miedo, y la desolación.
Érase el espejismo de un hombre habitando esa colina
y érase muy ciego y muy vasto
y muy bello
y muy parco
y érase solo, siempre solo
ya náufrago en las multitudes
o pétalo único y
cáustico
incapaz de acariciar siquiera el mosquitero
ya no digamos las alas
ni mucho menos
las manos
o las pieles
que saturan el perchero.

Érase pues, un siglo de costumbre
y un mar de ingravidez
érase una espera
érase que se era
ni güera ni tonta
ni simple
ni tromba
érase una inercia capaz de hibernación
y de fabricar olvidos cruciales
érase el espejismo
del espejismo
del espejismo
de un hombre achicharrado por su propia bruma
y acostumbrado a su hartazgo
érase mi vida cuando mi vida
era
y no permanecía siendo
era amodorrada
y siempre la trinchera en la colina
y siempre en choque de copas con la nada
érase entonces
una era hormiga ermitaña
allá
muy allá
y muy afuera

II.
Sucede la flor
como sucede el exaprubto
suceden sus horas
suceden sus piernas
Sucede la sorpresa que conmueve y que tropieza
y el desequilibrio milimétrico que me tunde
me atempera
plegaria plañidera
y que confunde rostros y fronteras
hasta caer en la orquídea
la única inefable piel tormenta
la mórbida palpable flor en fuga
la sabia y palpitante flor tortuga
memoriosa floreciente
bocadillo de locura

¡Quietos todos!
-dice el aire que la peina embobinado y maquinal-
¡Y quietos los guijarros y los tambores
y hasta las luces de palacio
y los bufones
y luego el desequilibrio y el espejismo
¡quietos todos!
el espejismo ilusión que no es uno sin el otro
y el espejismo de este hombre que
no es sino el espejismo
de su vida y de sí mismo
y quieto el hombre y su mochila de escenarios
su teatro de humo
todos quietos y callados
y a tomar el té en las horas perfectas
anestesiados por la cómplice florida
y por ella sola
quietos
la orquídea sin nombre
puede caminar
(la que durmiendo
nos despierta,
la que durmiéndonos
despierta)

III

Pero toda flor y todo fruto
toda crin más allá de su propio luto
toda magia
toda gema disimulada
y todo musgo bajo la gema
hamaca humilde de las perlas
y toda brizna
y toda algarabía
y todo eco en mutis mutando
y toda adivinanza que ocupe sólo un pestañeo
y toda magia y resonancia
y todo amor
que cuelgue en calma
y toda la infecciosa amargura
que también las flores llueven y
supuran
y aunque no quieren y aunque no matan
y aunque si flores
y todo el yo-sí-yo
y el yo en espejismo
y el no tengo mío
y todas las miradas
y todos
y aunque todo y todos
la verdad
es miniatura:

andamos
de puntitas

y estamos
de paso.


IV.

Y sabiendo mis nombres para todo
y más ahora que anudando verso y verso
de nuevo te los ofrezco
y te los tejo y te los cuento
y te los canto y te los domo

Ahora que me desanudo
y nudo a nudo me desdoblo
sembrando telarañas
y memorias del asombro

Ahora que transitas
fugaz y furibunda mientras no marchita
ni silente ni sobre mis hombros
ahora que pasas así nomás
fortuita y fuerte
te resguardo
entre mis palmas o en el celofán de algún retrato
bajo la mesa o sobre las estatuas
más arriba que los trofeos
y más abajo que la nostalgia
entre los libros
sobre las cartas

¿Comprendes que al llegar
ya te estás yendo?
¿Comprendes si me siento
a contemplarte
mientras busco la salida?

Déjale que sea
la hora del recreo:
morder sin tragar luego
masticar sin muerte
y paladear el fuego

y no olvidar
que no hay aquí
si no hay ahora
y no hay jamás
si no hay un luego.

jueves, noviembre 16, 2006

Sorpresita

Imagínate esa boca otra vez
imagínate esas ganas
imagínate ese tiempo
esas mordidas
esa paciencia
ese artilugio.

Imagínate una historia
otra
y unos labios

Imagínate esos labios, pues
imagínate si te hartas
imagina que te dueles:
frente a tu cara
y lejos de toda respuesta
acontecen ciertos labios

labios entre los labios
tiempos entre los tiempos.


Imagínate un enorme cansancio
no más:
imagínate un retorno
imagínate un hallazgo

Imagínate pues, otro eterno cansancio.
Imagínate el hambre
e imagínate el caos

contra tu boca hay sólo mi boca y
lo siento:
laméntolo todo

procuro más fiebre para mis ganas
y más ganas para mi suerte.


Hay besos que nomás ocurren

y ya luego
se agradecen.

sábado, noviembre 11, 2006

Obstrucción desazolvada-

Quisiera saber dónde está el freno de mano
o dónde está saberlo todo
Quisiera saber callarme y sonreir
y sonreir otra vez
y hacerte callar
sin morbo:

Quisiera saber transfigurarme
mientras sonríes
todo y no todo lo que puede poderse -pudiendo- pudiéndose
Quisiera saber bailar a tono:
y trazar tus modos
y no lo que se escurre
y no lo que se va
tan idiota y tan pretérito
torcerlo todo:

Quisiera soslayar
mil veces

y quisiera
tontamente o no
permanecer en el quisiera
quisiera todo este quererlo
quisiera un tren
y quisiera también cárcel y menudo ministerio

Quisiera sin marcas, y sin rumbos, y sin desventajas:
quisiera nomás decir
big bang!
y luego encallar
y ser dentroelfinal
después de todo:


Sin más: Así.
engullir ciertas ganas de sombra
y luego
nomás
devolverme quietísimo hasta el anhelo primigenio
sin pasar por el decoro

¿Se podrá? -Me digo-
¿Dolerá? -Resuelvo-

Este xoconostli son sus ganas y sus refriegos
no más:
Él es como yo
y yo siento,
Él es nomás su corazón desamparado y negro.


II.

Pero tras la luna así persisto
culebra del hartazgo y del terror
sangre de nada,
persisto siendo hoja y siendo miedo y siendo calma:

ésta -insisto-
es mi cuenta
y es afán
y es balín sin madrugada
copla cruenta y con vaivén
de lo siempre muy bien visto

¿Cómo decir?
¿Cómo un adiós sin que medie
cariño
cariño sin recúspides de nada
ni retozo de los niños?

Esta es otra cierta hora
que deviene en cien susurros
y esta es otra orquídea
que espera larga y
redoblándose en la nada
un porvenir que no es futuro


Cruel es esta puta hora de hasta-siempres
sí,
vil trapo sin tajadas
desvestido y sol saliente


Para decir que lo tengo todo
(el amor, su continuo, el maltrecho)
no hay mejor historia que una tenue y fofa canción
mal ganada
maloliente

Porque aquí es que me da todo
sin sopor
sin decoro
tras los dientes:

y sin que el fin sea más silencio
ni continuo, ni cohecho
(ni ruidito ni tesoro)
sé que este olvidar está bien hecho:
sin ser fortuito
ni ser contexto:
reposa siendo escrito
y despierta sin comienzo:

Consciente de mis ojos

y con un frío que es de trébol
y el océano en guirnaldas,
soy rastrojos
soy deseos:
y después de lo que soy
reaparezco
me sonrojo:

tras la orquídea prevalezco
y convido
y voy bebiendo.

No es que ya no quiera ser
me digo:
Yo sólo pervivo existiendo.

sábado, noviembre 04, 2006

Calaveritas pa la sapiencia.

Muerte me das miedo tengo muerte
todo porque muerte me eres muerte me tocas muerte me muerdes fuerte
muerte
Muerte hasta allá muerte de lejos mirada hasta dentro
muerte sin suerte la muerte y sus catalejos
muerte voraz
muerte sin más muerte sobre los tejos
muerte sin candela sin nombre y sin miedo
fuerte y fugaz
muerte que amaina la sombra en la alfombra de los huecos perplejos
muerte que asombras y mueres las sombras que nombras
sobre un débil prado de azulejos.

Muerte produces
muerte me hieres
muerte me fraguas me silbas me dueles cuando me quieres
Muerte abismal como
muerte sin dientes
Muerte conduces y cimbras los vientres
muerte que luego
muerte esclareces

desobedientes las trizas:
hoy el mar suda quieto y displiscente.
Muerte.


Muerte detente
resiente
cabildea esta corriente mi muerte:
Que no es mi hora ni el tintero
ni la aurora que he escogido
ni la paz la que es pudiente

No son tus tiempos ni mi gente es tu gente
Muerte
cociente gradiente envolvente:
No soy yo el que se quiere morir así de ausente
ni los lirios
ni el fuego
ni tus garras son tus dientes
Muerte
Solemnísima serpiente

No soy yo el que se va
ni soy yo el que resiente
es un par de riachuelos, quizás
o es un humo
o es otro de esos huecos que dormitan en la fuente

Y se va en agua el humo
y se olvida
y se escurre la gente
Mientras yo
mientras tú
mientras todos
terribles
se mienten.

No eres más, mi muerte
no eres nada
pues la muerte es silencio
y silencios doy siempre

No estás más
mi muerte
no eres más:
porque no eres princesa
ni al callar me haces fuerte

Perderás esta presa
te digo
temblarás muchas veces
y tus labios de higo
callarán sólo sierpes

Muerte humo
Muerte frío
Muerte vid sin amuletos:
Si morirse es ser tan quieto
mejor sólo espabila a los fuertes
y dame más, entonces
y dame fuego:

Pues es tu voz la que ruego
y tu espada es mi vientre
Ven conmigo, Muerte
sé castigo
sólo que antes sé indemne
y machuca el olvido:

Piensa atrás
te digo
piensa más
Porque es tuyo ese abrigo
del que nadie más vuelve.

Salvo tú, sobre el puente
salvo yo
el de tu ombligo

yo
el insolente
quien ahora es quien digo
y quien luego te miente.

jueves, noviembre 02, 2006

Vivencial (this can't be love)

Hay una orquídea que susurra entre trago y trago
así como hay un prado que la escucha
Hay también una enorme banda elástica
al igual que una ejecución que pretende estirarse hasta sus bordes
Habemos rutinarios
Habemos unos columpiándonos en el siempre
Habemos sin morder bocas
Habemos, aunque nos cueste.


Junto a la orquídea está el futuro
caramelo de cianuro
boquita que parece:
sol que es un severo y llano río
de niebla
entre
los
dientes
Y junto al trago están las sombras
tímidas voces entre lenguas
nos llueven
nos llueven
como pensándolo todo
como sabiéndolo en ciernes

Esta boca es un abismo largo que no mira y que no siente
Y la orquídea es una excusa
claro
y la mar es un árbol sin temor de ser durmiente.

Quiero saber cuánto es amar
cómo es amar
cómo es callarse o ensuciarse
en tiempos breves:
Saber ser una sola orquídea
sorpresa
beso sin estrofa
hueco sin salientes
Eres una tibia catarina desdoblándoseme enfrente:

Por eso quiero morderlo todo
y repasar
y conjugárteme ahí enfrente

Está todo perdido
está todo silente

No me consuela devorar
no
no es piel ni rima lo que ráudo me somete

Yo soy orquídea y soy tu voz
soy yo, soy nada
soy la levedad
soy aquello que tonto permanece

Soy los ojos del arroz
la espera
los ruegos
los pliegos
el miedo
Soy mientras tu voz arrulla al cielo a dentelladas
importuno certero
sorpresivo y sapiente:
Soy yo el arrullo que te abraza
sereno por las noches
volátil sombra siempre:
tranquilo mientras solito se traza, sí,
soy yo el segundo que se muere
soy yo lo poco
que te pasa
siendo lo mucho

que también


te siente.

jueves, octubre 26, 2006

Marina de la incertidumbre (rimas improbables para una mujer virreinal)

Justamente reajusto
calambre adusto
y con tal susto es que dejo de adivinar
y no adivino
y no quiero ni tan sólo pensar
triste sinpasar del malagüero
y lento, muy lento,
me transfiero los ojos y las ganas
del sin querer al aposento
del malquerer al siempre quiero
y ahí es donde el acertijo se resuelve sin que suenen diez campanas
y reviento de tanto suceder
y cuasimuero
y me vuelco satisfecho frente a toda la semana
porque simplemente no
porque todo esto es mañana
no hoy
no nunca
y la yunta se convierte en sol verdad y en piel manzana.

No adivino ni tampoco quiero
ya la línea o el detrás
ya la voz o sus livianas
treguas para lo posible
o muros para ciertas ventanas.

Porque esa es tu voz
y esta la mía
y en el medio dormita el gran jardín de lo indecible

Serena, hermosa, marina:
nuestra voz no es el dilema ni el esquema o la tarima
es solamente voz
es solamente otro teorema
y sobre él es que debemos dormitar y embelesarnos con la rima

Sea pues: rimemos
que no cunda lo inseguro y que tampoco nos obviemos
Serena, hermosa, tan brisa:
que sea de la risa este poema
y de sus palabras otra prosa
Amémonos alados sobre la cornisa
sumemos nuestros lemas
y no restemos elegías ni baldosas.

Que no importune adivinar
ni mucho menos la prisa:
Este es un tiempo en tiempo atrás
y estas las ganas que me atizan
problema y caracórnea tibia y espinosa
sal que refulge sobre el mar de los remedios
tras la fauna y tras las moras
dentro de los besos, lejos de las horas
cura y ungüento sin cangrejos
savia que existe sin querer domar las cosas:

Este es ese eco que canta al decir "nosotros"
rabiosamente y sin consuelo
y estas son las horas que ocurren mientras estamos todos rotos
pero cerca del fuego
y mutuos
y en silencio sacro y sepulcral
somos todos
somos unos
porque amamos sin saber
y decimos
sin hablar.



(Todo cínicamente indica
que el amor

es como el mar)

miércoles, octubre 18, 2006

Sueños que discuten tras bambalinas

Para la princesa última (que no es lo mismo -espero- que la última princesa)


I.

Miro ese reloj que se levanta pretérito y transparente
sobre los vellos revoltosos de mi muñeca más ingenua
y menos criminal (la izquierda)
lo miro con gracia
con ganas
con pretéritos
con inocencia
y con una revuelta atemperada por los climas tropicales
lo miro sabiendo que no existe y que aún así
me da la hora
y la hora me mira pretérita y despojada de inocencia
mueca cruel sobre una rueca retruécana y estúpidamente culterana:

porque sabe que detrás de la pared estan tus muros y tus ganas
y que detrás de tus ganas dormita la inocencia
y que detrás de la inocencia te revuelves y revuelcas
y que tratando de dormir
y que tratando victoriosamente de no mirar pretéritamente la hora
asustas tus afanes de revuelta
y desbielas esas maquinarías inocentes
que apuntaron -alguna vez-
al grisáceo corazón de eso tan elocuente y tan ladrillo
y que hoy se apila amordazado entre la piel de tus murallas.

Hemos deportado juntos
todas aquellas lluvias pertinaces y labriegas
y hemos echado del pueblo a todas esas gotas insistentes
¿Qué más da la hora si ahora me encorvo
y me flexiono en rendición de cuervo impotente?



II.

Pero es que miro esa mano tan izquierda y mía
a la que todo le da lo mismo
y la veo, tan no mía
y tan descarnada e indemne concubinante y concupiscente
tan manita muñeca y tan locuaz salpicagritos
y es que hace un ruido tan soberanamente ataladrante
y es que es capaz de esconderse tras el más mustio de los códigos silentes.

La mano me da la hora: Ahora.
Medianoche sin que medie entre tus piernas la luna en remolinos
o la esperanza acolchonada
o la sequía en desesperanza
o el otro y próximo tren
que pudiera arrancarnos un buen ramo de gritos
o cualquier revolución que pudiera llevarse entre los dientes.

Es la media después de la media.
Y tristemente estas medias no son las que cubren esas tuyas pantaletas insolentes
no
Son nomás las doce y media calculadas entre oscuridad y espejos
las doce y media radiantes y bien peinadas:
Mi disciplinaria hora del buendía y el desayuno.

Y aspiran este aire dos cabezas:
la que sabe que es temprano como nunca
temprano el fresco cóctel de besos y de sangre ligera y diurna
junto a la que sabe cuán tarde es y se sienta en su mecedora
y te huele despojada de acertijos
y te pinta detrás del muro que contiene a la pared que contiene al otro muro
y que mientras cual si poco fuera
va quemando nuestras naves nuestras tardes
nuestros amasijos y nuestros futuros tan pretéritos

Mírala: repele nuestros quiensabes y los quiensabes de esos otros inservibles hechizos
de media carne
de media tarde
de media entonación y de medio alargue

Con el poder de una llamarada que triunfa
sentadita sobre la risa burlona
de una noche entrada y reconocible
y que simplemente se mofa de lo nuestro inalcanzable.


Aspiran y suspiran y sinfónicas se cansan
de sí mismas
de sí todas
de sí desnudas y olvidadas en mitad de cuerdasflojas
inconscientes palomas que pestañean sobre ingrávidos alambres:
nulas
idas
dormidas y durmientes
Mesuradas hasta la tumba.




III.

Dos cabezas entrecruzan sus aullidos
sólo para demostrar lo poco que es aullar
y lo poco que importa entrecruzarse
si se lleva pasaporte hacia la nada.

Mantelitos en el crudo restaurante del silencio.
Silentísimas cruzadas.
Templadísimos templarios.

Dijo él: Yo soy mi corazón desamparado y negro.
Y dijo bien: Porque le soy cuando he gastado
ineficientemente
todos mis albores y todas mis tardes de pan de oro
y mis tuercas solsticiadas
y todo lo mío junto a lo tuyo
y todo lo bueno y todo lo bello y todo lo Platón y todo lo cierto:
Bancarrota asimilada.

Detrás de la pared queda sólo la maqueta de tu almohada
y ese muro ensimismado de tu aroma
y esa lenta lluvia
y esa lenta
lenta
l-e-n-t-a-m-e-n-t-e t-i-b-i-a
lotería

Que ya no vale ni media mazorca
mal ganada.


Duerme, princesa. Duerme.
Como buen apostador me he apoltronado en las entrañas del castillo
y como buen adorador lo pierdo todo
sin dejar de amarte nada.

Nada.

Nada.

jueves, octubre 05, 2006

Inmune

Atrás con las espadas
flor de mis hartazgos
atrás con las lenguas enredosas
y los trazos de verdad
y las ganas de matarse
Atrás y en ominosa retirada -escúchame-
porque mi piel resplandece en su metal de catarinas invencibles
y resguarda bajo si una debilidad que no conoce el infortunio
ni descubre de sí misma la más mínima tajada

Ponte lejos, dentellada
y mejor acicálate ese uniforme tan llano y tan tibio
ya mi carne se guarece sin permiso
y todo el tierno sortilegio se ha marchado
ya a contemplar el plenilunio
ya a reunirse sin remedio con los restos de la manada

Rendición es lo que esta rendición merece
silencios largos que se mastican como el caucho
lágrimas que no se noten
reposos que no digan más cosa que esta nada

En un tiempo donde todos viajan, llegan y vuelven, se convencen
mientras lo nuestro yace como el plomo
sin viaje boscoso y sin luz atemperada
lento como lentos van los muertos
y frío como frías se cimbran sus espaldas

Hay motivos que aniquilan el amanecer
así como hay sonrisas que lo guardan
Hoy renuncio, hoy sombrío
y hoy desconsolado me maldigo
mientras te vuelvo a esconder
bajo la cama.

jueves, septiembre 21, 2006

Mujeres ( en pleno reduccionismo histórico)

I

lleva dos linternas que rasguñan hierba en todo lo que miran, y una voz melodiosa, y unas piernas que suspiran.

II

es un talle diminuto y una cascada rubia que pone turbia la cerveza, una pasta, un vino a media tarde, y carcajadas preñadas de mezcal y de clemencia.

III

se cuela entre las pestañas como un grito lluvioso que no es más que carne e impaciencia

IV
fue la oportunidad marchita, la calma exasperante, la necedad desperdiciada. Una noche en su sillón rojo le dije que no y me mató el antojo.

V
y ella también se fue, a cumplir el designio del enemigo, a esperar cómo odiarme por nada y malgastar tan hermosos besos robados en una escalera, junto al agua mineral, junto a Ella y junto a Frank.

VI
o la fiera, la fiera despojada de nombre, la fiera que me ataba a la transgresión y me hacia amarle en todas partes, a toda costa, sin hamacas y en el frío de las azoteas.

VII
érase una selva tupida de fieras racionales muy racionales muy racionales...esperando por la yugular y olvidándose de la siesta

VIII
la promesa eterna el fruto en desasosiego, la eternidad de otros, siempre de otros, siempre de otros. ¿A qué horas de nosotros?

IX
como una llamarada de paz y un sorbo de café que enlongaba el amor y el estío, esperando a su vientre, aterrada del alambre y del malabarismo.

X
con sus ojos egipcios empuñando una boca que no se cansa de morder.

XI
era largamente sobre unas piernas silenciosas que abrazaban como cocodrilos en llanto de primavera, salvaje, medicinal, eterna.

XII
una sonrisa de temblor, un miedo en la cartulina, horas al teléfono y al martirio de sus amantes, siempre con planes, siempre con miedo.

XIII
las pecas que le llovian sobre una cama de gemidos mudos, muerde muerde y atenaza, muerde muerde y atenaza.

XIV
con su llanto sobre la espalda, con la historia en la maleta, lejos de todo, loca y amada y hecha polvo y echando leña en las hogueras.



XV

Y al final, yo, marchito otra vez. Con las ganas en una valija. Queriéndome llevar a cada número a dar una vuelta, otra vez, y recordar por qué no somos, por qué no más, por qué tan lejos. Y regresar a mí, si es que me encuentro.

Carajo.

viernes, septiembre 08, 2006

Norah's landscape (sin acentos gracias a Mac)

Soy Norah Gladlink y habito mi cuerpo: El cuerpo de Norah. Carezco de botellas y de naufragios, pero la coartada literaria de Gustav Lonesome y su hacedor oculto me permite edificar mi mensaje como si de verdad tuviese algun destinatario. Es asi que aprovecho para habitar un cuerpo que no es mio y que no existe. Un cuerpo que es un paisaje de antojos ajenos y que, solo por eso, se parece tanto al cuerpo de una mujer deseable pero capaz de propinar hartazgos y gritos de auxilio. Es mi cuerpo, aun si solo en el verbo. Pero el verbo es carne y la carne es por sobre todo el deber de masticarla. Y yo soy, pues, cada bocado en la paleta de colores de un escribano oculto que se empecina en exhibirse por completo. No me importa: Dejo de ser suya cuando soy yo y eso, muy a su pesar, ocurre en todo momento, cuando el hacedor duerme, cuando el hacedor refunfugna, cuando el hacedor hace su vida y no la de todos los que vivimos dentro de el.

Desde esa madriguera es que reposo sobre el colchon y me miro con sorpresa y con alivio. Indago en este cuerpo prestado por palabras reconditas y, como toda persona real o imaginaria, me vivo desde mi y me miro desde unos ojos que solo alcanzan a mirar mi ombligo y mis caderas, mis piernas y mis entrepiernas y los dedos de estos pies que, afortunadamente, el autor sombrio ha decidido hacerles duros pero hermosos. Silentes como arbusto pero solidos y dulces como lo que yo misma hubiese querido de mis pies, antes de tenerlos. Concibo el mapa de mi cuerpo ficticio como todo el que lee esta paradoja concibe el de su propia e insalvable realidad corporea. Pero, a diferencia de muchos de los seres que no provienen de esta imaginacion, yo si me fascino a mi misma, y la implacable tarea de esperar a Gustav Lonesome mientras miro el televisor no me resulta nefasta porque, siempre que quiero, desviar la mirada de ese televisor fantasioso me resulta facil, y siempre, tambien, la ocupo en gozar de mi estatura irreal, mi suavidad onirica, mis ganas de sentir alivio de no ser presa de las sombras de mi creador obtuso.

Por el contrario, agradezco la suave oportunidad de ser mas limpida que la seda, y de tener a Gustav Lonesome como una contraparte gris y patetica que se pierde, en cada una de sus desesperanzas, de la verdadera osadia de explorar este cuerpo fatal y delicioso del que el hacedor me ha provisto. Rio, quizas amargamente, quizas con certeza, de resultar ser este pais tan conocido para los ojos de Gustav pero tan deleitable para los mios propios. Comprendo la naturaleza sufriente del que ha sido asignado para desear escapar de mi piel inexistente, Gustav y sus demonios, en este caso. Pero en total indiferencia, y solo porque el autor no me hace participe, desconozco totalmente la necesidad de ese naufrago eterno de vociferar socorros y bengalas estupidas, mientras me hundo en el estupor de existir por la gracia de una idea, y me acaricio mientras tanto.

Me acaricio siempre. A toda hora. Incluso cuando el autor dormita en sus labores insulsas y desconocidas. Yo las obvio y las descarto y, tranquilamente, vuelvo a acariciarme sin pudor y sin sosiego, mientras en la tele imaginaria resuena el jingle de Hill Street Blues y sin que nadie se de cuenta, pongo cara de que me importa para que ni Gustav ni el hacedor interrumpan mi delirio.

Pero, eso si, yo sola no siempre me basto. No es tan abrupta la diferencia entre los seres reales y los fantasiosos: Ni unos ni otros nos somos suficientes a nosotros mismos. Norah, la que soy, se acaricia casi a escondidas mientras desea, igual que Gustav y que el hacedor, una salida a su circulo de predestinamiento y resolucion anticipada. Norah quiere ser la salvacion de Norah, pero en brazos de un poema que el hacedor no ha escrito. Norah vocifera, en cada apretujar de estos muslos fantasmagoricos, una otra escapatoria que retumba en los timpanos reconditos del hacedor, aunque no siempre lo sepa. Norah, yo misma, quiere salvarse entre los dientes de un personaje que el autor no ha vislumbrado, pero que hace eco en sus cavidades como el batir de las alas de una mariposa colosal retumba en la marea de sus suenios, de sus senos, de su oportunidad de existir por si misma.

Y mientras me reduzco al sillon, y persisto en este acariciarme tan oculto. Persisto porque estoy cierta de que al hacedor le esperan mas capitulos, y que cada capitulo del hacedor permite que florezcan cientos de rincones donde resguardarme de su censura mas ingenua. Un beso suyo son cien nuevos amantes para Norah. Una desesperanza son cien nuevos suicidios de Gustav, mi carcelero inocente. Un suspiro y una ganas de dormir son un punto final para mi. Pero aseguran, siempre, un eterno y delicioso principio. Y no importa cuando es que llega. Siempre de los siempres puedo esperarlo entre caricias. Mias. Suyas. Supervivientes.

miércoles, agosto 30, 2006

Bocanadas

Hay bocas que duran seis horas de fascinación y bocas que duran un guiño. Hay bocas que muerden y que resisten maratones de ungüento y de intemperie. Otras que no muerden pero se quedan estampadas como el futuro de un tatuaje invisible. Hay órganos más allá de la boca, bocas que son chupetes de alcohol, bocas que son selvas magras. Hay bocas sin rumbo y bocas que saben a nada, sabiéndolo todo.

Hay bocas que componen silbidos y los hilan como puentes. Bocas que arrullan palmeras y bocas que tuercen otras bocas en un choque de asteroides que no deja sobrevivientes. Hay bocas nulas, bocas muertes, bocas refinadas y bocas bailarinas. Bocas que me duelen todavía y bocas que no quieren saber a mi boca. Bocas bálsamo y bocas veneno sin antídoto ni plegaria. Hay bocas mustias. Hay bocas turbias. Hay bocas embaucadas y bocas que se han ganado más de tres billetes de lotería, sin que se les note.

Hay bocas como muchas bocas. Otras pequeñas, inertes. Posadas como un corazón sobre los dientes de una horda de caníbales dormidos. Bocas de playa, bocas de lluvia, bocas de nombres que se repiten y se repiten. Hay bocas en mis sueños. Hay bocas desbocadas, desdeñosas, dadivosas. Hay bocas mías por segundos. Hay bocas rubias y bocas de beleño y de musgo. Hay bocas suaves. Hay bocas. Muchas bocas. Muchos sueños, y sólo uno, uno recurrente. Una bocanada de tabaco, tras otra. Bocas sempiternas. Bocas de lluvia. Y de adiós.

viernes, agosto 25, 2006

Lonesome in New York (Mordidas de la Gran Manzana)

Escribo este mensaje con las incipientes gotas de sangre que aún brincan de gusto entre la carretera de mis venas. Mi nombre es Gustav Lonesome, y lo escribo con toda la amargura que me cuesta saber que llevo inscrito en él los adjetivos de mi catástrofe. Por eso es que me hallo en esta isla desierta de sentido y poblada de gritos oscuros y humeantes. Por ser el que soy es que malgasto este tiempo elucubrando mensajes que quepan dentro de tan distintas botellas, en lugar de guarecerme de la lluvia y de mí mismo. Dar de gritos en lugar de persistir o de sobrevivir con ganas de hacerlo, y de construirme una posibilidad con paredes y una cabaña con cimientos fabricados de la austeridad y del follaje.

Gustav Lonesome es mi nombre, y mi isla desierta está más bien habitada por una extraña abreviatura de simios que mastican las palabras en una transacción recalcitrante. Vivo en una villa de humo y piedras envidiosas y brillantes. Convivo a toda hora con ventanas y con puertas. Resisto entre una jungla de puentes y vigas y rascacielos llenos de trabes. Y claro, sobre la que ocurren y concurren las botellas, los pergaminos, los bolígrafos hemoglobínicos e incluso, junto a ellos, las navajas –capaces de hacer brotar esta sangre con que escribo- y a su lado los jerarcas, los escribanos, los durmientes y los trenes, y los bichos, y las tardes.

Lanzo este mensaje desde la terraza de mi hartazgo. Sobre el Hudson navega este ferry de pamplinas, y rumbo al sillón sin esperanzas me dirijo ahora que de mí fluyen todas estas inútiles frases. Nora está esperándome, seguramente, y sus ocho piernas arácnidas e inertes se desparraman sobre un sillón donde ya no quiero resguardarme. Por eso pido auxilio al río y sus orillas, como si lo pidiese a mí mismo: Salvamento pronto, o cuando menos, si al fortuito receptor de mis aullidos le es posible, una esperanza más prolija y rentable. Aviso Oportuno: un lunes de entrepiernas, un rato del septiembre de cualquiera, me bastaría para hacer de él una bengala irrenunciable. También funcionaría un bramido hueco, o una señal de superhéroe de la cual colgarme. Cualquier futuro es mejor que este retorno al Brooklyn y a la Nora y al mí mismo del que hoy seré incapaz de escaparme.

Debiera aclarar algunas cosas: Ser honesto, pues, y no jugar al náufrago desamparado y realmente inexpugnable. Mi nombre es, como dije, Gustav Lonesome, y mi angustia desesperada es ésta que apenas he empezado a contarle. Pero también soy yo, yo mismo y no Brooklyn, o Nora, o mi agonía resuelta, o mi hambre inexplicable, plagada de hamburguesas en cajitas de cartón no reciclable: sólo yo y esa inmensa sombrilla a la que diario interpreto tras el telón de una fantasía de escape; ambos y a dueto, en perfecta sincronía, nos hacemos cargo de matar a Houdini otra vez, y a Gustav Lonesome, de paso, para así lograr perpetuarles.

Gustav Lonesome, que soy y no soy yo, quiere amarse viviendo. Quiere vivirse amando y amándose. Gustav Lonesome está harto de sí mismo, y de las piernas de Nora, y de las coladeras de Brooklyn y del ruidoso ferry que le lleva y le trae días y tardes. Gustav Lonesome es un hombre repleto de sentido y sinsentido: un hombre que sabe besar como besan los que arden y darse la vuelta como las mangueras indiferentes de un camión de bomberos que toma la siesta en lugar de apresurarse. Gustav es y no es, soy y no soy, un hombre capaz de amar a una mujer como quien ama a cien y al mismo tiempo, un hombre que no se incomoda de lograrlo, ni se empecina en dejarle. Sencillamente no lo hace. Gustav Lonesome es un rastrojo falto de alcohol y que lanza, tomando prestado el mejor brazo de los yankees, y sin que nadie sepa, una botella nueva y sanguinolienta, llena de solicitudes y demandas insulsas, todos los días, y que siempre atina al ombligo del Hudson, esperando que en contubernio con el viento, en quien sí confía (ya que no es ciudadano de su isla), lleve sus plegarias patéticas hasta un mundo donde al menos la orilla de unos dedos se apiade y le recoja, y tras leer sobre su solitario hacinamiento le ansíe eternamente, a pesar de que la botella no repare en mapas o caminos que le conduzcan a salvarse. Gustav Lonesome soy y no soy yo, el que escribe sobre Gustav Lonesome, y el que –a su vez- no tiene interés en remediarle.

Por otro lado, amo a Nora lo suficiente como para dejarle. Le amo por momentos iracundos y luego durante semanas de colchón y pastel de carne. Le amo porque ha permanecido ahí, fiera e incapaz de doblegarse, a pesar de que durante la cena no emitamos ruido y tras el amor prefiramos dejar los cigarrillos en la mesita de noche, y obviar las conversaciones para ocuparnos del sueño y las mañanas aceleradas de nuestro hormiguero de alambre. A Nora le amo pero no le amo, también. Y eso es lo insalvable. Así también amo los sonidos de Brooklyn, los motores enjutos y chillantes de cada uno de los ferrys que, numerados como los hijos de un católico insaciable y sin frenos, me llevan a lo que no quiero llamar más casa, todas las tardes, irremediablemente, hasta donde Nora la inquebrantable me soporta sólo porque Falcon Crest o Hill Street Blues le permiten hacerse a un lado de sí misma, y olvidarme cómodamente.

Mi delirio es tal que pienso en mí, en Gustav Lonesome con toda su ingravidez, como un héroe que ha sentido que su boca no fue hecha sino para morder sus propias ataduras y escapar; escapar hasta un valle californiano repleto de princesas domésticas, donde una, y sólo una, espera en ascuas para desposarme. Las mil y una noches en Brooklyn hubiesen terminado con un sultán amodorrado y despojado de nombre, encendiendo el televisor con un bostezo y perdonándole la vida a Scherezade solo si le hacía el favor de cerrar el pico para traerle una cerveza suficientemente aguada del frigorífico.

Lo real es que, además, Brooklyn no es real, y Nora merece vivir en una fantasía mejor que la que he construido para atarme a la fábrica, al sillón y a mi debacle. Siempre he creído, para colmo, que los ruidos de toda esta gente que puebla este panal de hollín, son sólo eso: ruidos, decibeles de sobra, colores que ocultan la forma real del mundo y sus verdaderos recovecos de expiación, donde no hay taquilla ni aire acondicionado.

Así es como llego cada tarde, hasta este mismo altiplano del río, unos pies más o unos pies menos, y en mitad de la mitad del Hudson resuelvo suplicar por un desequilibrio. Así es como catapulto, siempre antes del ocaso, estas mismas letras escritas más que con mi sangre con la pantanosa densidad de su torrente flácido y desesperado. Así es como miro a mis botellas multicolores ser roídas por el atardecer y la corriente intoxicada del Hudson, mientras me atormentan las probabilidades de fracaso, trituradas por el departamento de higiene y recolección de basura de la ciudad de Nueva York. Con una disciplina peor que la de mi desesperanza, tejo este mismo mensaje y alimento el azufre de este río hambriento con botellas que van desde un humilde Jack Daniels que pudo o no hacerme compañía la noche anterior, hasta una inocente y dorada botella vacía de Kristal, depositada con dulzura de mucama en algún cesto luminoso de la casa más pomposa de Manhattan. Y luego, habiendo consumado mi sublime acto de fe, con sus respectivas y acuáticas plegarias, me pliego en el asiento del ferry, otra vez.

Y luego pienso en Nora y sus delicias, pero ya no lo escribo y mejor sopeo mi desgracia en los restos del café que me traje desde el trabajo. Y finalmente me recuesto para contemplar el fin de la tarde. Y dormito durante el resto del viaje.

Siempre sueño lo mismo, sin embargo: Mi boca es el sol y las nubes son un sinfónico modelo de mis dientes. Y juntos, saboreándonos todo el inmenso bocado, mordemos esta gran manzana y la masticamos, felizmente, hasta el final de sus callejones y sus apellidos. Y nos comemos a Nora, y al Hudson, y al ferry. Nos comemos a Gustav, el mismo que escribe, y que mientras escribe lanza su botella y se regocija y se arrepiente, y vuelve anodinamente al sillón. Y que mientras vuelve y se arrepiente y retorna a su trapecio, se duerme por instantes, y sueña que se come al Hudson y a todos sus peces y sus jeringuillas, y a sí mismo y que de pronto, reaparece.

martes, agosto 22, 2006

Náufrago en New York

Escribo este mensaje con las pocas e incipientes gotas de sangre que aun brincan de gusto entre la carretera de mis venas. Mi nombre es Gustav Lonesome, y lo escribo con toda la amargura que me cuesta saber que llevo inscrito en él los adjetivos de mi catástrofe. Por eso me hallo en esta isla desierta y humeante. Por ser quien soy es que malgasto mi tiempo elucubrando este mensaje, en lugar de guarecerme de la lluvia y mí mismo. En lugar de persistir, sobrevivir con ganas de hacerlo, y construirme una posibilidad con paredes y cimientos fabricados del follaje.

Gustav Lonesome es mi nombre, y mi isla desierta está habitada por una extraña abreviatura de simios que conocen las palabras y su transacción recalcitrante. Vivo en una ciudad hecha de humo y piedras. Convivo con ventanas y con puertas, todo el tiempo. Resisto entre una jungla de puentes y vigas y trabes. Y claro, también ocurren y concurren las botellas, los pergaminos, los bolígrafos incluso, y junto a ellos las navajas –capaces de hacer brotar esta sangre con que escribo- y a su lado los jerarcas, los escribanos, los durmientes y los trenes, y los bichos, y las tardes.

Lanzo este mensaje desde la terraza de mi hartazgo. Sobre el Hudson navega este ferry de pamplinas, y rumbo al sillón sin esperanzas me dirijo ahora que de mí fluyen todas estas frases. Nora está esperándome, seguramente, y sus ocho piernas arácnidas e inertes se desparraman sobre un sillón donde ya no quiero resguardarme. Por eso pido auxilio, salvamento, o cuando menos, si al fortuito receptor de mis aullidos le es posible, una esperanza más rentable. Un lunes de entrepiernas me bastaría para hacer de él una bengala irrenunciable. Un bramido hueco, una señal de superhéroe de la cual colgarme, cualquier cosa. Cualquier futuro mejor que este retorno a Brooklyn del que hoy seré incapaz de zafarme.

Debiera aclarar algunas cosas: ser honesto, pues, y no jugar al náufrago en verdad desamparado y en verdad inexpugnable. Mi nombre es, como dije, Gustav Lonesome, y mi angustia desesperada es esta que apenas he podido contarle. Pero también soy yo, yo mismo y no Brooklyn, o Nora, o mi agonía resuelta, o mi hambre: sólo yo y esa inmensa sombrilla que a diario interpreto; ambos y a dueto en perfecta sincronía nos hacemos cargo de matar a Gustav Lonesome para así lograr perpetuarle.

Gustav Lonesome quiere amarse viviendo. Quiere vivir amando y amándose. Gustav Lonesome está harto de sí mismo, y de Nora, y de Brooklyn y del ferry que le lleva y le trae todos los días y todas las tardes. Gustav Lonesome es un hombre repleto de sentido, un hombre que sabe besar como besan los que arden. Un hombre capaz de amar a una mujer como quien ama a cien y al mismo tiempo, un hombre que no se incomoda de lograrlo, ni se empecina en dejarle. Gustav Lonesome es un rastrojo que lanza, tomando prestado el mejor brazo de los yankees, y sin que nadie sepa, una botella nueva y sanguinolienta, llena de solicitudes y demandas, todos los días, y que siempre atina al ombligo del Hudson, esperando que el viento, en quien sí confía, lleve sus plegarias hasta un mundo donde al menos la orilla de unos dedos se apiade y le recoja, y le ansíe eternamente, a pesar de que no sepa el camino que conduce a la expiación que le permita ser salvado para así salvarse. Gustav Lonesome soy yo, el que escribe sobre Gustav Lonesome, y el que –a su vez- no tiene interés en remediarse.

Amo a Nora lo suficiente como para dejarle. Le amo por momentos iracundos. Le amo porque ha permanecido ahí, fiera e incapaz de doblegarse. Pero no le amo, también. Y eso es lo que resulta insalvable. Así también amo los sonidos de Brooklyn, los motores secos y chillantes de cada uno de los ferrys que, numerados como los hijos de un católico sin frenos, me llevan a lo que no quiero llamar más casa, todas las tardes, irremediablemente, hasta donde Nora la inquebrantable me soporta sólo porque Falcon Crest le permite hacerse a un lado de sí misma, y olvidarme.

Pero es que yo, Gustav Lonesome, en toda mi ingravidez, siempre he sentido que mi boca no fue hecha sino para morder mis ataduras y escapar, hasta un valle repleto de princesas donde una, y sólo una, espera en ascuas para desposarme. Siempre he sabido, además, que Brooklyn no existe y que Nora merece vivir en una fantasía mejor que la que he construido para atarme. Siempre he creído, para colmo, que los ruidos de toda esta gente que puebla mi universo son sólo eso: ruidos, decibeles de sobra, colores que ocultan la forma real del mundo y sus ubicuos recovecos.

Así es como llego hasta este lugar, unos pies más o unos pies menos, en que en mitad del Hudson resuelvo suplicar por un desequilibrio. Así es como catapulto, día con día, estas mismas letras escritas con mi propia sangre. Así es como las miro ser roídas por el atardecer y la corriente y las probabilidades cercenadas por el departamento de higiene y recolección de basura de la ciudad de Nueva Cork. Segundo tras segundo tejo este mismo mensaje y alimento el azufre de este río hambriento con botellas que van desde un humilde Jack Daniels hasta una inocente champaña vacía, depositada con dulzura en algún cesto luminoso de la casa más afortunada de Manhattan. Y luego, habiendo consumado mi sublime acto de fe, con sus respectivas y acuáticas plegarias, me pliego en el asiento, otra vez.

Y luego pienso en Nora, y lo escribo, como ahora. Y me recuesto para contemplar el fin de la tarde. Y dormito durante el resto del viaje.

Siempre sueño lo mismo, sin embargo: Mi boca es como el sol y las nubes son como un sinfónico modelo de mis dientes. Y juntos, saboreándonos todos, mordemos esta gran manzana y la masticamos, felizmente, hasta el final de sus callejones y sus apellidos. Y nos comemos a Nora y al Hudson y al ferry. Nos comemos a Gustav, el mismo que escribe, y que mientras escribe lanza su botella y se regocija y se arrepiente. Y que mientras se arrepiente se duerme y se come al Hudson y reaparece.

viernes, agosto 18, 2006

Murallas de caramelo.

tenemos de todo
joven
de todo hay
de todo se puede
usté
nomás
despreocúpese

para todas las vistas tenemos
doble y triple y cuádruple
no importa
para todo tengo, para todo doy.

El amor ¿qué importa?
el amor es una palabreja inesperada: siempre.
Algo prescindible, seguro, tramoya malograda
y ya está

No importa ni cuánto, ni qué, ni cómo
da lo mismo el hambre y sus artilugios:
Diosa la gramática, diosa la semántica, diosas las ganas y los impávidos terrores: Diosas nada.

El temblor se termina donde el vértice de la mordida amorosa empieza, no más.
Nadie quiere quitarle amor a ninguna cosa: Sólo hace falta morder y desmorder para desmoronarse
impávidamente
y hacerse entonces humo.

Nadie tiene prisa por ser nada: Nadie.

Todos quisiéramos significarnos con el hambre de cualquier cosa.

Y ni el hartazgo es suficientemente culpable, no. Seguro no. Por dios que no.


Sólo me queda el hambre, y el hambre no sabe llover: ¿Qué entonces?

Terruños de amor y de esperanza, sin más. No vale el hambre contra el hambre, ni contra el frío el frío.

Hénos entonces deshechos. Eternos y sempiternos. Sembrados sin respuesta.

Y shhhh. Todo se ha ido.

Sin más.

martes, agosto 15, 2006

Pliego petitorio (poema que debiera ser cantado al oído)

Dame
-si ahora me das, si quieres-
tu pelambre y tus ojos de caucho
dame el hule de tus pestañas

y dame
sin saber que otorgas ni restriegas
el mimbre de tu sonrisa y la pijama de tus párpados

dámelo todo sin más revueltas

sopa de letras -again- tu carne y sus revuelcos
dámela entonces:

Mi cuchara erecta quiere pescar esas perdices que tanto lloras
serena la luna la espada la lengua labial y sempiterna

serena
morena de mi largo cansancio
serena.

Refulge la nave y resucitan -también-
las demandas:

Es tu axila de suadero eso que quiero quiero y quiero

Es la cal dentro de los rieles
la sal de los hambrientos
el eco
la posada
el bostezo crepitando entre tanta yerba

Eso es todo lo que quiero (dice lo que quiero):
La frágil y armoniosa melodía de tu cueva y tu silencio estornudante

aáaachuuu, lentos pero agraviados nos vemos a los ojos

áaaachis, la tibieza se amonesta, se expulsa, se retira
y atorrantes permanecen las ganas

Dame pues la costura de ese hilo
y la lenta insinuación ese albredrío de sangre

Dame los poros
las libélulas
las palmeras sudándote aburridas todas esas tazas de café
y todas las balas de salva
y todos los siglos de hambre:

La hilación del fiel cochambre:
el caracol desnudo
las páginas continuas y herrumbrosas
el óxido en los ojales, las camisas y los besos
tierra sobre otra
(una--sobre--otra)

acojinando el frío del plástico correoso
y las lágrimas globulinas y plasticales
de tanta solemnidad aburrida
y toda su masacre irremediable:

tras
lágrima
la lágrima de lodo y la mansalva orquideal y retraída
estambre eso que brota acidulándonos los días

En plena estima
en pleno estío
grieta debilucha que se canta cual paloma
una broma
una trucha en plena rima
un río
un segundo arrebatando cosas mías:

Dame, me digo, dame.

Y cuando acabo por darme
dándome nomás
se me termina

treguándolo todo

la vieja cuenta de los días.

martes, agosto 08, 2006

Caminos pedinches.

El camino propone una pared
así como así
justo en el medio y

además

plagada de raíces
Una pared que no puede refutarse
dejar de ser vista
o franqueada a duro golpe de temblor
o de sollozos.

El caminante marcha por encima del quiensabe
desparpajado
indiferente
retumbando sus pasos mudos sobre la hiedra
ya dulce ya venenosa ya tremenda o deliciosa
no le importa.

Camina dulcemente
envuelto en si mismo
redoblando su marcha en franca armonía con las luces otoñales
sinuoso, si debe
recto, si gozosamente eso le cansa
Des-preo-cu-pa-do, siempre
sin más
(y qué)

sin más y sin esdrújulas
renuente a las adivinanzas
cansado del jugo imborrable de la poesía

El camino se planta
la pared frondosa espera florida
entre carcajadas y tridentes

(todo acontece bajo los ojos de la bruma
sobre la piel del vaticinio
entre la cal de los durmientes)

rota la suma y plena la muerte entre colmillos pavorosos
aplaudiendo desde el graderío, jonrones como flores silentes

con la boca lista para gritar cuando esté todo muerto
ido
inerte


Caminante vocifera desde lejos
observa el páramo y saliva escapatorias
ya escupe la rima
ya expulsa los trechos
y pervive hasta endulzar las mariposas y los tuertos helechos

El golpe
llega
sin preámbulos ni salidas de emergencia:

seco como los ojos de un enamorado sin brama.

Atiborrada la existencia
muertas las ganas, quién sabe

Todo llega presto de ganas
sobrio y soslayado:

Pidiendo rastrojos, sudando versos
rogando, entre vaticinios,
un lugar en la cama.

martes, agosto 01, 2006

Una estrofa el corazón y una la añoranza (a la cuenta de 2)

Trufa en fuga resulta
el terror más explicable
chocolate y líquido fuente y foso profundo ojos de dulce
el deseo en la mecedora
lengüetazo delirio un baño sin lágrimas sonrisas a desparpajo
el hambre resuelta las ganas de masticar las muelas sonrientes

Si supiera la sed de cada billete
posado en mis manos
el hambre, la complitud, la respuesta
de tanto reposo
sabría sigilo y sabría esperanza
ah, la sapiencia, el futuro, la bruma hospitalaria
todo, con sus eternos sabuesos que olfatean la nada
un todo como cantimplora, como hoja, como abeja ráuda

Un vértigo sin preguntas
y un tú
lince de frambuesas y agua de templanzas
redoblando tus entrañas irías
una venda sobre cada ojo
hasta el fin de las nuestras
andanzas.

¿Danzas?

miércoles, julio 26, 2006

Óleo de una monarca sin respuestas. (El pintor en la corte)

La princesa muere por ser vivida. Grita desde los céfalos de las flores. Llora con un altavoz reposando en sus lagrimales. Y rabiosa se deja olvidar, cada párrafo si es preciso, con tal de que la recuerden los historiadores de la pesadumbre.

La princesa no quiere cuentos ni castillos. O cuando menos rehusa abiertamente los que no se fragüen entre carne y granito. Ella se rebela contra las mariposas y sus alas de vidrio. Y se repliega ante los santuarios que se forjen sólo de aire.

No es una princesa de caricias aladas, ni del mar, ni de sueños de estambre. No es una princesa que conviva con princesas. No es una ecuación, ni un misterio, ni un puchero amaestrable. Es siempre ella -siempre- y ya. Aun si se viste de sí misma.

Ya sean grúas o tentáculos o sombras: Deslizarse sin defensa cuesta más que acicalarle. Es un mar de preguntas. Es un pantano feroz y que se teje entre respuestas. Tan sólo escúchenle respirar.

Ahí el pulso de los días. Suspiro. Quemazón.

Su ahora es más que mil promesas.

sábado, julio 08, 2006

Hipótesis nobiliaria

A la princesa le contaría cuentos de asfalto. Dibujaría sin preocuparme por los permisos y las licencias, la doble raya que impide rebasar en curva o recta a los adelantados tractocamiones del infortunio. Dibujaría sobre sus ruidosos huesos, sobre sus caderas estridentes, sobre sus rubores inesperados. Dos dedos y sus yemas serían los afortunados albañiles de su retrato. Una boca en rebelión saldaría las cuentas. Una eternidad de adivinanzas cobraría las meritorias propinas.

A la princesa le sometería a latigazos de cuentos circulares. A cachetadas de cortejos a distancia. A cercanías como broncas suaves y roncas, deshaciéndose entre el paladar y sus muros salivales. Le declararía la guerra mucho después del rapto. Y luego la paz. Y luego la guerra otra vez. No le permitiría la escapatoria ni mucho menos el aburrimiento.

A la princesa le llamaría princesa. Le dejaría caer hojarascas repletas de palabras dulces, mientras la daga revolotease en los zócalos de sus entrañas. Le daría todo lo fortuito, guardaría, también para ella, todo eso otro tenue y mesurable. La pondría quieta mientras inquieta me descuartizara las tardes. Jugaría con cada cuento a que somos el sol y el cénit y la luna y el nadir y las bolsas de mercado cotidianas pero no por ello menos loables. Jugaría a que amanecemos yéndonos, a que venimos en cada regreso. A que nada es más de lo que pase.

Esa princesa quieta. Esa, la dormida. La cuasi dormida. La que no quiere despertarse. Le tengo un remolino doméstico, apaciguado, móvil, irrenunciable. Pero ella sigue dormida. Y no sé si algún beso consiga despertarle.

A dormir las hadas, las ruecas, las moralejas. Este cuento comienza donde termina su carne.

jueves, mayo 25, 2006

El curso del verano (Trenes minuto a minuto)

A los rieles, a los trenes, al verano, a las princesas sin cuento y a los cuentos sin princesas.


Aguijón y pétalo
diente y bocado
libélula o mosca
montaña o colina o nomás
tras lomita
de tierra aterrado
sin pudor
sin querer
nada más
nada más queriendo se quiere
y de querer cobran los trenes este verano

Aullido y fauce
polen caspa que te nieva sobre los colmillos
hay estaciones de tren como hay estaciones de frío
y de calor y de falsas digestiones
y de faldas cortas que llueven chispitas sobre cientodiez cuadras de muslos hirientes
hay estaciones que son minutos
y otras que se pintan como larguiruchas y agónicas muertes
todo por un par de estornudos súbitos
(sí, hay quien muere hasta por un mosquito -lástima-)
Están esos inviernos de moqueos
y pañuelos
o de narices rojas que a veces duelen para siempre
(aunque se sabe que ese siempre sólo sobrevive hasta el siguiente verano)
Hay memorias que se cansan del olvido -nomás por aburrimiento-
y le destierran a las córcegas un viernes
aunque vuelva en sábado
en carcajadas del exilio que reptan
agachadas y silentes -risas con dientes de mala yerba-
El olvido cree que los retornos así
duelen menos.

Es ahora el mediodía de arcoiris más inesperado
luego de un interminable sábado catedral de podredumbre
del grifo se vierte una tajada de vida debida
y tanta sed indica tiempos de cobranza
Ahí en el borde de mis veintisiete millones de pestañeos
veintisiete millones de intentos para medir la hora a rebanadas
sofreir el ajo la cebolla el estragón que tiña el corazón de la certeza
busco no más la lumbre bajo el polvo de las hiedras
evito esos anuncios en el diario de los días y las horas:
Se solicita alcoba aparentemente virginal pero enteramente turbia. Indispensable princesa guardiana. Ofrezco saciedad transitoria mediante actos sacrílegos y desinteresados que enorgullecerían a los alacranes. Informes a quienquiera que comparta un alarido.

No. Demasiadas palabras. Muy caro publicarle.
Y sin siquiera haber logrado una provocación en diez verbos:
¿Pero dónde diantres olvidé mi sangre?

Amanece entonces este solsticio impronosticable
invasor de la sorpresa
sabueso del frío y del hartazgo de carne
y de huestes vienen el ecuador y diez lunasoles intermitentes caraduras
bañándose en abrazos
que a tambor sordo danzan una suave marcha de guerra
empuñan imbatibles orgías
-trago saliva y me entrego felizmente al desastre-

Este es el estanque estacionado en el estío
donde brota esa ferroviaria sincronía
pozo recién nacido, alúd de escasos cinco meses
cinco -dice la tormenta de luciérnagas-
y mientras se acomoda su flamante peinado salino
y con cepillos por marejadas incrédulas y solistas
me llueve encima el agua de este verano que comenzó muy decembrino
sin partituras:

allegro ma non tropo con tendencias al adagio y al trémulo y al quiensabe

Improvisado como un suculento banquete de antorchas bajo reducción de mares
rabioso de tanto delirio
creciente sólo para circular hacia un suave río menguante
y luego creciente, de nuevo.

Cinco meses que debieran poder disecarse:
(¿alguna de ustedes gaviotas
sería capaz de prestarme una red para mariposas?)
Quiero momificar mi sonrisa del ahora
quiero detener la prensa la tinta los aviones
quiero un coito de papel y entrañas donde ninguno tenga prisa por pintar el estallido
Quiero doblar la esquina
del papel de la entraña de la calle
detenerme
masticar mis bocanadas de mugre de ciudad
salivar y bostezar agitadamente
un electroshock que pueda saborearme

Luego levantar el dedo como si nada
para llamar al microbús de la eternidad
y dar una vuelta sin prisa, dos, veintisiete más
con cumbias o con gritos, da igual
ventanas abiertas para el verano y sus rieles

Una vuelta más sin pagar peaje y sin destino
antes de que el último tren se aparezca
y saque de su valija la estación que siembra en todas partes
Que se lleve tanto y tanto

pero en verano
tan hermoso y cadavérico ruido merecería el calor de las orquídeas

Y
si en ese patio
dentro de ese zócalo diminuto y en ruinas
y si sobre aquella mecedora de latón
delante de mi pánico
debajo de los rieles y los durmientes
está la señora muerte leyendo su horóscopo y bien vestida
a murmullos le musitaré mi pergamino entero
(y si no me alcanza el papel o el cogote, denúncienme luego)
Intentaré confesarle todo
ya si amo mal o bien o en paz o a corcholatas y regañadientes
ya si los ojos las princesas los relámpagos o las mujeres que se visten de jeringuillas
ya si creo en mis amigos o en la siembra o en mis tenues requisitos para la hermandad
ya si lo que me cuesta más que nada es negarme
repeler
jugar al que sabe ser asesino
ya todo, yo nada: Entregaré las chispas y los escudos sin batalla
Volveré a ser niño por un solo minuto
inabarcable y veraniego: Radiante viaje sobre mi locomotora,
para morir sonriendo
y así volver
sencillamente
a ser por siempre
otra vez nadie.

viernes, abril 07, 2006

La poda

He vuelto al café
amiga mía
su abrazo ya es definitivo

Escucho a kilómetros y a millas
como cantan las cafeteras revoltosas
y como mastica el agua
gotita sin tiempo que pasea
mientras enchina la piel a los arbustos
y las golondrinas

He vuelto al café y a tus ojos desteñidos
volví, cigarra
volví, oruga
volví sin mayores tragedias
cuando nadie lo creía
y cuando todo
todo
todo
dejó de ser
mío

pluviales mis huaraches
amiga alondra
amiga siesta:
el café y el retorno son campos de riego
riego por goteo
oro y jazmines respiran sus espigas averiadas
se les baña con frío y con pliegos y pliegos de herrumbre
y con nueces de lumbre y con hastío
y con sosiego
planta por planta y verso por verso:
irremediable
amiga flor amiga martes amiga ola y estallido
es furioso y es cobarde y es otra estampida de latidos
pero yace
solemne y atorrante

tronco perla
tallo nube y apellido
junto al café o dentro o fuera o montado en un silbido
es él -amiga hoy amiga piedra
perpetua
amiga vestigio-
es tuyo siendo mío pero qué importa
bebamos nomás

en calma

sorbo tenue y mirada presagio

y otra vez (tranquila tú, que así se arrullan que así se mecen y así se duermen los torbellinos)

Luego a mirar:
Por allá anda
en rara danza
lo veo
(es mi corazón sin mordaza que retoza y se columpia
junto a los niños del trigo, junto a los muertos
junto a los vivos
y reposa
rebasa
se queda atrás
sin más
impúdico va y vive un tiempo de pétalos solaces
y tranquilos)

Junto al café descansamos mi corazón y yo
de vuelta también -todos-
amiga ráuda amiga trino
amiga soga amiga fuerza amiga asfixia de asesinos
Estamos aquí
junto con él y conmigo
y claro
aquí nos bebemos todos en pausa
todos contigo

Otro sorbo se acerca.

Silencio, te digo.

viernes, marzo 31, 2006

El curso del verano (Trenes cada minuto)

Aguijón y pétalo
diente y bocado
libélula o mosca
montaña o colina o nomás
tras lomita
de tierra aterrado
sin pudor
sin querer
nada más
nada más queriendo se quiere

Aullido y fauce
polen caspa que te nieva sobre los colmillos
hay estaciones de tren como hay estaciones de frío
y de calor y de falsas digestiones
hay estaciones que son minutos
largas muertes causadas por estornudos súbitos
moqueos
pañuelos
narices rojas que duelen para siempre
hay memorias que se cansan del olvido
le destierran a las córcegas un viernes
y que vuelven del exilio mientras reptan
agachadas y silentes

Este ha sido un medio día de arcoiris
una tajada de vida en el borde de mis veintisiete millones de pestañeos
solsticio tomado por sorpresa
mientras él y el ecuador y las diez lunas de sus caras se bañaban juntas
en un estanque estacionado en el estío

Cinco meses
dice la tormenta
y mientras se acomoda ese nuevo peinado salino
cepillado por tanta incrédula marejada solista
en un verano que comenzó decembrino
sin partituras
pero repleto de sonidos

Cinco meses que debieran poder disecarse
(¿alguna de ustedes gaviotas
sería capaz de prestarme una red para mariposas?)
Quiero momificar mi sonrisa de ahora
quiero detener la prensa
levantar el dedo y que el microbús de la eternidad me de una vuelta
antes de que el otro tren aparezca
y en la valija donde lleva su estación -a todas partes-
se lleve tanto y tanto
tan hermoso y cadavérico ruido

Si en ese patio
dentro de ese otro zócalo en ruinas
sobre aquella mecedora de latón
delante de mi pánico
debajo de los rieles y los durmientes
está la señora muerte con su vestido de flores
le diré (y si no me alcanza, denúncienme)
confesaré todo
ya si amo mal o bien o en paz o a corcholatas y regañadientes
ya si creo en mis amigos o en la siembra o en mis tenues requisitos
ya si lo que me cuesta más que nada es negarme
repeler
jugar al que sabe ser asesino
Volveré a ser niño otro minuto
inabarcable
para morir sonriendo
y así volver a ser nadie.

jueves, marzo 16, 2006

fruto sin sol

los huertos que se esconden bajo el agua tibia
y yo que simplemente les mojo

las semillas que carraspean en cuclillas
y yo que simplemente les arrojo silentes
sobre las piedras
sobre las hiedras y sus dientes
y sencillas

Mientras tanto el agua en su mientras tanto
con cara de nube que empuja
con ruidos de nota o compás
o cosa ráuda

Agua en una danza sobre cuchillas
y luego gotitas riegan labios que rechinan

magros y sobrios y parcos
labios finalmente
atados.

Aquí entonces yace una tierra sin nombre
y aquí es que escancian las lluvias
aquí es todo lumbre de algodones calvos
y sí
aquí dormita ese roedor ominoso
al que atardece la milpa

y yo que me acicalo en algún otro turbio y débil reposo
y yo soy y me entumezco y juego al roto

sin yo y huerta -- yo sin mí
un otro y aparente
hortelano sin luz y olvido sin cosecha

Ni mapas ni mejores sombras:
yo te dibujo
sin motivo
y callo sin un luego
resoplo y reconmino:

Coman todos y hasta el sol
cobijen a su pobre y muerto frío
ya el arroz
ya el hambre mansa del estío
ya los nombres y los libros y las siembras hacen fila
mirales que se marchan sin hacer el menor ruido


¿A dónde es que huyen los profetas
tan todos y tan atiborrados,
a dónde es que se mudan tan sublevados
mientras se llevan mi camisa y mi destino?

sábado, marzo 04, 2006

Una danza por el fin de la semana (y el comienzo del destino)

No alcanzo a ver el final de la semana
lo juro
estiro los ojos hasta que me gritan basta
y luego tengo que perseguirme las pestañas que no escuchan nada
y se van por sí mismas a donde les da la gana

Labor de policia. Hambre de carnero.
Punto a punto impongo la ley que me expía de creer redondo el mundo
piedra a piedra reniego de mirarme la nuca tras pasar el horizonte
más allá
Traspasar lo fecundo
Pero ah, imbécil, de nuevo me pesco mientras redundo
y mi lengua de carnero se muerde sola hasta callarse lo sin nombre

¿Será que todo está previsto por los dedos del pavor?
¿Será que en el silencio brotan y emergen y se escuchan
de verdad
las heridas que enmudecen a los dioses?

Yo es que cuando callo me rostizo
calambres de erizo y flores sin tallo
no consigo habitar mas que el silencio de otro eco
sueño entonces
con manos y lirios entre sábanas que a su vez se esconden
me mastico solo
me miro la nuca, atrás del mundo
y luego la sodomizo
me estorbo me entumezco me muero y ya no me sobrevivo

No sé bailar pero quiero endulzarme las orejas bailando contigo
Contigo el que es ya no conmigo
Contigo lejos de tanta sombra y tanta luz de lámpara y sombrilla

Contigo que es con todos quienes escapan del ecuador
y el horizonte
y los polos imanes magnéticos poéticos paródicos de lo vivo

Ya estoy harto de mí y de Dios
y de vivir cosechando la borra que le crece en el ombligo
Quiero que se acabe la semana
y que me saque a bailar
a contrabajo tendido y solar
ese párpado volcánico que se guarda el infinito.

Que alguien tome su abrigo y lo cuelgue del perchero:
yo dejaré sentada a la razón
y el monstruo frustará al sinsentido

Hoy solo vamos a bailar
hasta que los pies nos den de aullidos

jueves, febrero 23, 2006

Miramientos de media semana

mira
ésta es la playa donde silban las hamacas
la que te dije alguna que me quema en la garganta
mira bien
es éste mi desierto y mi ronquido
y también son éstas mis rebabas vestidas de serruchos
y ésta es la pared que mejor rasca los aullidos de mi espalda
(por allá las espinas lujuriosas medio dormitan
como aguardando una sed vestidita de calma)

Hay que roncar si se quiere incendiar la suerte
y dar luz al más mínimo mañana

mira
es todo terciopelo y negrura
es piel de un martes o un miércoles
mira bien
ciruela sin ganas
gacela
espuela
remedio que ardes y bramas y vuelves
regresas
olor floribundo que es también ladrillo
corteza--- cortezuela --- atraco a mano limpia
suave y dura tachuela nocturna
perfume sin muelas
Ya cavidad sin alambradas o cercas o persianas

mira
y digo mira como quien con eso dice calla-escucha
mírame jurar como si hiciera lo que me da la gana
míra el tambor sordo que acarician los orates en mitad de la semana
tambor para machacar
y percuten las hormigas pata tras pata
lienzo tras lienzo
percuten tranquilitas su camino a casa

míralos
son gritos de fiebre
pisos de mármol que se acarician sólo en viernes (huevos requeridos)
bebederos de porcelana
donde el agua dice
¿por qué no en miércoles empieza la semana?
mira un segundo
éstas no son flores de mostaza
tampoco libélulas sembrando catacumbas
tampoco el futuro empiernado con una de esas brisas que algunos dientes rebanan

Es nada más un sillón de terciopelo
un menú como el de siempre (las alhajas son raicillas de aire, bien lo sé)
y junto y encima unos ojos astronáuticos
orbitando cualquier crueldad de piloncillo
una oreja un golpe fatal
un destino asfáltico
y luego adiós

De ser mirado también todo se cansa
seguro que sí
el frío no es un trazo pendiente de cobijas
ni el miedo una verdad hambrienta que no merezca esta navaja.

miércoles, febrero 15, 2006

Shhhh

yo sístole
yo diástole
yo lato
latido
latencia
latente

yo como todos
yo miedo
yo miedísimo
yo diciendo cosas como "Para ego el mío"
y cagándome de la risa sin remedio

yo penumbra
yo callado
yo sin nombre
yo cagado de decir tanto yo
yo aburrido de la circunscripción y el significado
yo sin yo
ya sin rumbo

La concordancia eterna
también
el cansancio acostumbrado
desde luego
la certeza de que ese mundo que llamamos mundo es una marioneta equivocada

Lo mismo de siempre
lo mismo
el posterior silencio
la perenne incertidumbre callada y quietecita

el mañana nos vemos
el hasta luego
quién sabe

Y siempre
siempre y como siempre

un ulterior
podrido
y amado

silencio

domingo, febrero 12, 2006

Latido binario

Para qué nombrar cosas o decir que en realidad existe la lluvia
para qué sentir frío sin morir de tanto
para qué llenar el depósito
o parar en la próxima estación de gas
o volar en vertical al sembradío donde la oscuridad es una cerca
y un subsuelo
y algo que carece de pestañas

Para qué domesticar a los muertos o a los vivos
o para qué domesticarse de las ganas
Para qué anidarse y cobijarse y hornearse bajo el ecuador de tantos látigos
o estrujarse a baño maría en los puños de la libertad
o entre los dientes exhaustos de tanto desesperanzado tan lleno de sin rumbos

Para qué asemejar
para qué darle sonido a cada aullido mascado entre el aire
Y cómo decirle meritorio de llantos
que son
pero no son
y que aunque les llamen agujas cansadasde vivir tras nuestros ojos
jamás logran expelerse desde dentro
lejos y muy afuera
cual debiesen

Vestirse de nubes a ratos
Ausentarse del futuro: Ansiarlo.

Para qué hacerse preguntas
para qué reembobinarse las neuronas
si en realidad, y claramente, no se puede
y si en realidad callando
parece que uno muerde mejor

Para qué preguntarse
para qué buscar sonidos y letras
sucediéndose, empujándose, revolviéndose a nuestro antojo

Para qué.

Describir lo delicado con nombres que pudieran empuñarse y asesinar la delicadeza
Disectar la propia oscuridad mientras se vive bajo el sol
y se rentan
cada noche
centenares de lámpares inquietas y sindicalizadas hasta la necedad
Para qué.

¿Es amar un nombre para lo que ignoramos con tanta hambre y dedicación?
¿Es no amar un bello pretexto que igual nos escupe
pulcramente
y hasta el centdo del mismo centro por el que quisimos nombrar?

Hay días en los que cada bocado de sopor me dice que sin embargo vivo
y hay noches en las que desayuno
y noches que no se esconden de nada.

Y semanas
Y suspiros
y minutos que prefiero no tatuar o evitar o ponerles nombre
para seguirlos viviendo
como pueda
como sea
no sin antes lograr
enteramente convencido
poner un punto
abandonar un otro nombre
y conducirme sin terror hasta el silencio.

martes, febrero 07, 2006

Angel Eyes - (soundtrack de la noche)

Have you ever had the feeling
That the world's gone and left you behind
Have you ever had the feeling
That you're that close to losing your mind

You look around each corner
Hoping that she's there
You try to play it cool perhaps
Pretend that you don't care

But it doesn't do a bit of good
You got to seek till you find
Are you never unwind

Try to think
That love is not around
Still it's uncomfortably near

My old heart
Ain't gaining no ground
Because my angel eyes ain't here

Angel eyes
That old devil sent
They glow unbearably bright
Need I say
That my love's misspent
Misspent with angel eyes tonight

So drink up all you people
Order anything you see
Have fun you happy people
The drink and the laugh's on me

Pardon me
But I gotta run
The fact's uncomfortably clear
Gotta find
Who's now number one
And why my angel eyes ain't here
Tell me why my angel eyes ain't here
Excusez moi my angel eyes ain't here
Excuse me while I disappear

Baby, it's cold outside.

I really can't stay - Baby it's cold outside
I've got to go away - Baby it's cold outside
This evening has been - Been hoping that you'd drop in
So very nice - I'll hold your hands, they're just like ice
My mother will start to worry - Beautiful, what's your hurry
My father will be pacing the floor - Listen to the fireplace roar
So really I'd better scurry - Beautiful, please don't hurry
well Maybe just a half a drink more - Put some music on while I pour

The neighbors might think - Baby, it's bad out there
Say, what's in this drink - No cabs to be had out there
I wish I knew how - Your eyes are like starlight now
To break this spell - I'll take your hat, your hair looks swell
I ought to say no, no, no, sir - Mind if I move a little closer
At least I'm gonna say that I tried - What's the sense in hurting my pride
I really can't stay - Baby don't hold out
Ahh, but it's cold outside

C'mon baby

I simply must go - Baby, it's cold outside
The answer is no - Ooh baby, it's cold outside
This welcome has been - I'm lucky that you dropped in
So nice and warm -- Look out the window at that storm
My sister will be suspicious - Man, your lips look so delicious
My brother will be there at the door - Waves upon a tropical shore
My maiden aunt's mind is vicious - Gosh your lips look delicious
Well maybe just a half a drink more - Never such a blizzard before

I've got to go home - Oh, baby, you'll freeze out there
Say, lend me your comb - It's up to your knees out there
You've really been grand - Your eyes are like starlight now
But don't you see - How can you do this thing to me
There's bound to be talk tomorrow - Making my life long sorrow
At least there will be plenty implied - If you caught pneumonia and died
I really can't stay - Get over that old out
Ahh, but it's cold outside

Baby it's cold outside

Brr its cold….
It's cold out there
Cant you stay awhile longer baby
Well…..I really shouldn't...alright

Make it worth your while baby
Ahh, do that again…

viernes, enero 20, 2006

Abolición

yo decía coma
y decía punto
y decía tú
y con tú decía todo
o quería decirlo todo
trataba
esmeroso
pusilánime

yo decía yo
decía tú
decía cosas
decía hilos y madejas
decía agujas decía qué es lo que eran las madejas
antes de que fueran nada
antes de que decir dejara de serlo

yo dije algunas cosas
puse algunos puntos
cosí de algunos hilos
destejí desde otros
hice
yo hice
y luego no fui más yo
y luego me convertí en nada

yo dije Soy
y luego amanecí entre carcajadas
yo dije No Soy
y luego resoplé y aguzé y provoqué a los ríos
y redoblé mil marionetas despejadas

hasta que un día
uno sin tiempo nombre vestido ropa caramelo
un día de ardor
un día de soledad garapiñada
dejé de ser yo
dejé de decir
dejé de soplar
hacer
pensar

y me convertí en el brazo
el ojo
el mordisco sin rumbo

Me supe el ahora que no es ni una chingada.

jueves, enero 12, 2006

Variaciones sobre un tema sin puntos ni comas

Es la esquina de la orilla del límite de la frontera

Lo es todo y no se le antoja ser nada mucho Nada nada
Es el enunciado sin fin es el tener lo que se aprende a tener es el hola el adiós y el abismo que crece en el medio de los medios

Y no

También es la boca la selva la calma la lluvia
el sin miedo el con miedo el hambre
El hombre el hombro el mimbre de los huesos
la sed que siempre provocan la lluvia los dardos los truenos

Evocan revocan ocurren ocurren ocurren - Punto no punto -
Ah qué miedo y que ganas
de poner un punto y de no ponerlo
y de comerse una coma o de transcurrir

indeleble

igual igualito y endeble
como transcurre el tiempo


Hoy recumplo cumplo aniverso verso
Hoy reverso
sin caja de cambios
sin cambios sin caja
hoy resulto cosa del ya
cosa del pum pum pum
cosa del nada cosa del sí cosa del baja baja baja
cosa del toma cosa del quita
cosa del cállalo todo
cosa del revuélvete y resucita

hoy soy un árbol que nadie supo subir ni nadie sabe como se baja
hoy soy eterno
hoy soy transverso tangente sutil delicado hoy soy a la vez
y a la vez soy hombre raja

Soy mientras puedo puedo sólo si puedo solo
no no puedo pero soy soy sin embargo soy a pesar
soy silencio soy estruendo
soy estornudo y tos y tos y soy siendo

Soy lo no permitido soy lo creciente lo menguante lo jamàs tenido
soy tú y tu boca carne
soy tu tú
soy tu yéndote a alimentar perros no tuyos no de nadie
soy yo quedándome yo
callándome
soy nada
soy cierta nada
soy una nada que es nada y que se balancea

Nada dormidita quieta silenciosa perpetua noche de frío
Soy la duda la grieta el resquemor el hielo que se parte se comparte se reparte
soy un patín y un cuchillo
soy una hoja que rasga las ojeras de la noche

Soy el que no sabe lo que se siente saber lo que se sabe sentir
soy el que ahuyenta cada eslabón cada punto cada coma
soy el que se silencia hablando nada
soy el dolor que se duele
soy lo que se es sintiendo el contrapunto

Soy el que siente miedo
el que está desnudo
el que busca los puntos comas números decenas docenas cientos

Soy el que calla
estupefacto

El que mira todo lo dicho y que ya se dijo se dice se digo se dirá
y lo no dicho no digo no dice no dijo
Dicho sea lo dicho. (Punto, sí, punto atroz)

Lo demás es puro viento

domingo, enero 01, 2006

No soy

No soy poeta ni soy nada amor
vacío sin tu carne tibia
y sin el anís alborada y esos pliegues que guardas
en tu cuarto tan menguante

No soy poeta ni soy carne, te lo juro amor
porque carne sólo es la que yace quietecita
ahumando los vasos
o carne también es ese aullido al que siempre se le hace tarde

Yo es que me atropello de silencios
siempre
cosecho mis bostezos
acicalo indulgentemente todos mis cochambres

Soy un remolino desconfiado austero
soy un pellizco de nube
soy un no soy que se muere de hambre

Y respiro eso que tus dientes muerden cuando aprietan la tarde

No soy poeta ni soy dios: Es asquerosamente fácil esbozarme.
A mi me duele lo continuo

a mi me hiere y me sangra hasta el putísimo aire

Lo peor de mí:
la mordedura atenta
el rastrojo
despojo
manojo de infierno
nostalgia de un estúpido baile
Lo peor es que creo todo lo que las mandíbulas susurran
entre mis párpados sedientos
Es más: bebo todo lo que no se desvanece en el aire.

Revivo cada infierno cada invierno
cada vuelco
revivo y espabilo todo desamor sin mayor miedo
existo para resucitar
resucito para tropezarme y proseguir andando sobre cualquier terso alambre.

Un dos, un, dos.
Un
dos
Los pasos no sienten miedo no no
Los pasos no pierden el equilibrio, los pasos no son los que caen

Los pasos sólo suceden
los pasos no tienen hambre.

Son como esas tantas cosas
tantas
las que sencillamente se hacen

o nomás no se hacen