martes, agosto 23, 2005

Réplica ignorada

Me desentendía de toda palabra
ya fuera yuxtapuesta, ya fuera verídica
y en la renuncia llegaban todos los temblores impertinentes
queriendo juntar el cielo con las frutas podridas

Ya ni el número autócrata
ni las sincronías estudiadas:
Todo danzaba feliz a pesar de la oscuridad
y ni el ritmo ortodoxo de las cosas
ni los destierros más coincidentes
ni los tambores, ni los silencios
podían hacernos callar.

Tengo en la memoria puras piezas revueltas
instantáneas de otros perfumes
retratos de lo no vivido
y sin embargo
quisiera arrebatarles a todos un mejor o un otro sentido.

Yo no suplico artes mágicas
ni tampoco me divierten las danzas que con tanta calma danzan los mundos.
Conmigo tengo suficiente para errar perdido.

Y no hay magnolias creciendo en los pantanos
y la sequía es también la misma sed para todos.
Estoy tan condenado como cualquier otro ciego de verdad invidente.
Los océanos han despellejado a su destino.
Todo retumba en un caudal desconocimiento.

¿De verdad existirá alguna vacuna para no ser diminuto?

Lo dudo.
Poco importan las lontananzas o las lisonjas.
Nada que recreemos de verdad vive o sueña.
Solo nosotros.

(Atenas llueve pero nadie sabe beber)

domingo, agosto 21, 2005

Palabras robadas (por un instante)

Reconstrucción de una Imagen

Desde un sitial de sueño, desde un escaparate, en otro tiempo buscaba. ¿Qué es lo que buscaba? ¿A qué se llama otro tiempo? Hay días que es imposible encontrar el presente. Entonces buscaba en otro tiempo. ¿Qué buscaba? Algo así como un objeto. Buscaba algo que fuera objeto. Y por eso tanteaba el vacío. Fue así que tropecé con la imagen.

La imagen no es un objeto. Es quizá una forma que mira.

La lluvia es una forma. La lluvia. Una forma que arrasa la tristeza. Estaba la lluvia. Algo que transcurría sin consecuencia. No, no: hubo consecuencias. Tendí la mano y recibiste la lluvia.

E inesperadamente
estabas conmigo.

Entonces la angustia ascendió con la lentitud de un océano. Tú estabas lejos de mí. Yo estaba lejos de ti. Pero tu mano quedó crispada en la mía. Ausencia del tiempo. Nada comenzaba ni seguía. Silbaba el silencio.

Enmedio del silencio estabas desnuda. Desnuda de toda relación. No estabas ni cerca ni lejos. Simplemente estabas desnuda.

Nada preguntabas pero mirabas de un modo extraño. Un viento breve agitó tus cabellos. Yo no podía acercarme. Tú no podías acercarte.

Un día te abandonaste a tu propio aniquilamiento. Tomaste la llave y abriste la puerta de ese placer incomparable de detenerte. Frente a todo lo que huye te quedas. Todo huye y te quedas en esa cosa nueva que es la muerte. En ella de pronto te quedas y nadie puede socorrerte. Te quedas fuera del tiempo y todos se alejan. Y estás sola, absolutamente con nada. No como la altiva soledad de los que viven. Absolutamente sola porque te ha abandonado hasta el orgullo. Tus manos están, pero no tienes la compañía de tus manos, ni de tus pies. Tu sonrisa también te ha abandonado. Ya no estás ni cerca ni distante. Simplemente no estás.

En ese momento en que te vi absolutamente sola yo también te abandoné. Sentí crecer mi egoísmo como un sol acariciante. La espléndida belleza del egoísmo. Te abandoné y me sentí solo. Pero conservaba mi vida. Conservaba mi orgullo. Y mi egoísmo. Conservaba mi sonrisa y mis manos. Conservaba mis manos ávidas que buscaban en la luz otra imagen. Y por encima de todo conservaba mi orgullo.

Te has quedado allí y todavía no sé quién eras ni cómo eras.

Y no me importa.

Aldo Pellegrini, un año antes de morir, a los 69 años

viernes, agosto 19, 2005

On the end of any other song (but this)

This is the ancient rooftop
and so this is me.

To Dance - says the rooftop-
is waaaay out of bounds.
No more dancing - life agrees -
Chill.
Commit.

But then again
here comes myself
and so comes this complying moon.
Dance -she says-
Please,
dance some more.

Yet neither me
or the rooftops
or the rebelious moonlight
are (were)
even
listening.

I could have sworn it was me
yes,
right when i stepped out of the labyrinth
only to look up, right in the middle of the sky
and cried myself out.
I fucking swear.
It was me.
Just me.


I saw them.
Each and everyone of them:
The clouds, the rain, the stupidly belligerant wind
and with the wind i also saw your mouth
yes, all of them, all together
crashing in, only to move over
almost immediatly

And I thanked you.
And you don't even know how much.
And i
still
thank you.

"Make way for mrs. moondance"
And so you did.

Couldn't have been a greater good-bye.
Couldn't have been more perfect.
Should not.
Will not.
Never again.

All this moon
All this anxiety
All this hunger
making way
- in such an innocent shape-
to this restless
to this deep and tremendous piece of sorrow
which merely happens to be
so unable to find
a decent (oh, let's not say decent, let's just say right)

a right
the right
place
to rest
within my soul.
Or yours.
Or anyone's.

Gotta sleep.

martes, agosto 16, 2005

El después nunca es igual que el antes.

Su boca no sabía igual que las cumbres
o las estrellas.
Ni tampoco la piel era igual de suave que la retirada armoniosa
o que el alba llena de hambre.

No eran sus ojos iguales a ningún mapa
ni tampoco su sexo tenía el sabor floriturno de las perdices
ni el olor de las magnolias desveladas
ni la lágrima olvidadiza de los profetas abatidos.

No.
Todo era una vil y sanguinolienta mentira.
Incluyéndole a ella.

Y fue un hartazgo tanto forcejeo
y cansada la espera de todas esas lunas necias y belicosas y sedientas.
Su corazón, simplemente, jamás se presentó a la contienda
y así como él, todos los escuderos fueron prestos a lavarse
y se lavaron hasta los ojos en el cauce de sus presas.
y hasta las hundísimas cejas quedaron limpias antes de la huida
(y despavoridos trotaron los siervos de la estupidez y la agonía)
Peleles. Indignos. Maltrechos de hacer tanta nada.

No existe peor duelo ni peor talento.
No hay guiso más asqueante, ni liebre más alada.
La rendición anticipada es siempre el peor de los fracasos
y siempre el más hediondo de los lamentos.

Y es que, sencillamente, no deja lugar a palabras dignas de los memoriales
ni deja tampoco cuerda en los relojes
o algún otro pétalo de desesperanza en las gargantas de los niños
ni aguas ni charcos ni pantanos en el centro mismo de los arrozales.

La rendición es un mundo que inesperadamente duerme
para no volver
o despertar
o hacer cosquillas en los codos de las orquídeas.

La rendición se basta a sí misma
con solo gritar (estúpidamente): Basta.

Y ni el sueño estridente de los grillos le conmueve un poco.
Ella está para dormir.
Y duerme.
Y lo hace lamentándose
llorando hierba cual sudando atrocidades.
Infinitamente.
Sin llorar ni cojear banalidades
tal y como hacen los que
dicen
estar locos.

martes, agosto 09, 2005

Agradecimiento a los también vulnerables.

Ha sido otra de esas madrugadas de hule
que se distienden y estiran como cualquier otra fauce nublada
Y yo hablando a dedo abierto
a mano desparpajada
y a corazón que ya no es ni el sarape de sí mismo.

Canciones gelatinosas y edulcoradas
y visitas a los templos -también frágiles- de los otros
son otra vez las furibundas guías
de este nuevo y olvidado acto de escribir
ya el sopor de sangre que respiro esta noche
ya las ciudades furtivas
ya las muertes esperanzadas y jazzísticas
ya las roturas de Mario o las necedades de Juan
ya las brochas, ya las escaleras
ya las similitudes funámbulas
ya la falta de puertas, o la falta de ventanas
o ya los temblores de las ciruelas
o los recordatorios del olvido
o la tos, esa tos, siempre tos, y siempre candidata al exilio
y que duerme junto a los pelillos laberínticos de mis sueños.

Una noche que es vuelta al mundo
y en que nuevamente estoy sentado aquí, ahora, en la eternidad
con el aliento asfixiado
y lleno de palabras desparramadas desde lo alto del globo aerostático
que saltan como riachuelos burlones
hasta esa ninguna parte que acaban siendo todos
los que amo o detesto. O los que amo y detesto.
Da igual.

Y me pregunto si esto de leer
y esto de dejarse leer
y esto de sentir que leyendo uno realmente revuelca su fragilidad cristalina con la del otro
(cascadas de astillas, sean turbias o calladitas o iracundas)
es porque así es
o es porque soy yo
o es por la música
Me pregunto, otra vez.
Y de nuevo carezco de respuesta
(Es demasiado tarde para borrar lo que he salpicado por todas partes)

Pero los saludo a todos
desde mi necedad o desde mi lucidez
y les agradezco que asomen la cabeza
y los ojos, esas lámparas quebradizas,
para mirar hacia ningún lado
o para ser mirados
pues
al menos esta noche
de un dulce mirar seréis alabados.