El verano de la ciudad no conoce dioses ni meteorólogos. Todos lo saben.
Julio aquí, es sólo un nombre. Un nombre de hombre y un nombre para un mes particularmente lluvioso.
Escucha: Hoy es el último día de Julio en esta ciudad sin nombres (para sí misma).
Y Julio (el mes), realmente se escribe con minúsculas. Aquí se le llama julio, sin mayores pleitesías. Y es que en julio llegan muchos de esos pocos viajeros que se atreven, realmente, a venir aquí. Y causa cierta ternura mirarlos caminar sobre las aceras de Reforma (esa sí con mayúsculas), enfundados en sus tecnológicas sandalias, y cubiertos de repelente solar, mientras beben temerosa y únicamente, el agua embotellada y "segura" que recomiendan sus fieles manuales turísticos.
Claro que no todos son iguales. Ni tampoco llegan todos en julio. Pero es justo en ese lapso -tan breve como inmensas son sus lluvias- cuando más y más perdidos llegan directo al corazón de esta ciudad que no conoce de misericordias, y cuando claman esa piedad que cada vez existe menos y a la que le importan poco los sombreros, las sonrisas o las buenas actitudes. Y es que, en la ciudadela de mitad de julio, llueve lo mismo y duele lo mismo y sabe a lo mismo toda aquella despojada indiferencia que significa el ser paupérrimo y olvidado. Y es más: aunque me duela admitirlo, cada vez importa menos si la miseria está empapada por las lluvias de julio, o seca y sedienta como lo está durante los calores del marzo inmisericorde. Let it be springbreak or summer vacations or holidays or whatever. El corazón hospitalariamente frágil y frágilmente falso que solía mantener viva a esta ciudad de chapopote, hoy se está muriendo lenta pero inexorablemente.
Y no es culpa de nadie en realidad, cosa que lo hace aún más triste. No es cuestión de si Marcelo o sus contrarios. Ni tampoco es cosa de los viajeros o de los habitantes. Y es que, aunque esta ciudad ha persistido viva en medio de un mundo que se muere, hoy ya se puede prever que es sólo cuestión de tiempo para que su enésimo transplante de corazón de hierro y alma de latón sucumban, finalmente, ante la seca y terca homogeneidad de eso que algunos llaman "el mundo". "Lo global". El alma imberbe y facilista de "lo cosmopolita". La condena kafkiana. El castillo. La inevitabilidad de hacerse "de la vista gorda", y sucumbir ante los estereotipos capitalizables.
Tengo 29 años viviendo -directa o indirectamente- en esta mismísima ciudad. He visto irse y volver a casi todos los que me rodean. He visto también irse a algunos para siempre: Ya por obra de la muerte, solemnísima serpiente engullidora de futuros, o por obra de la suerte o del pánico o de cualquier otro motivo siempre mejor: aventureros que hallaron el amor y la fortuna en otra parte, ascetas que están siempre bien en donde sea, escapistas que se libran de la mala fortuna con un poco de encanto, sonrisas y mucha paciencia. Les envidio -y no- a todos ellos.
Yo, afortunada o desafortunadamente, persisto en esta ciudad que vive muy a pesar de que se muere. Como todos. Permanezco. Pervivo. Recibo juicios tanto como los doy:
- Ey, güey, es que tú eres un resentido social. Te cagan todos los que se han marchado como tú nunca pudiste.
Y me callo. Y asimilo la parte verdadera tanto como destilo la ponzoña de la otra parte, más que falsa, de semejante aseveración.
- Es que cabrón, ¿cómo puedes saber tanto del mundo sin haberlo pisado nunca? ¿No te cansas de vivir el mundo a través de libros y almanaques?
Y me sigo callando. Y recibo la puñalada mordaz de esa realidad que sé que me duele tanto como me adula. Y mantengo la vista firme en mi horizonte, mío, que es igual al de todos. Porque el horizonte es fantasía. Y no sólo eso: es fantasía renovable. Se hace más grande o más distinto conforme se camina. Y, contrario a los que juzgan, yo sé que sí camino. O al menos giro el cuello y me transformo. Me sé mutable y me divierto con ello. No he estado siempre en el mismo lugar ni frente al mismo camino.
- I just don't get it, dude. How come you fucking speak english the great fucking way you do. I mean: you can even fake your own accent. Yo go from latino to new yorker to southern to jamaican to british to generic fucking asshole in no time. Hell man, you can also make all these clever ans stupid jokes as much as you can play like you're a dumb fuck that doesn't get them. Don't play fucking games with me, you fucking wanker fuckhead. I'm sure you've already gone around the block, and you're just faking it all so you can play with our fucking drunk-ass minds...
Then I could play dumb and pretend I didn't get that, but fuck man, it is a true friend with a true peda and a very logical accusation. No me puedo hacer pendejo, pero tampoco debo mentir. Y no porque me pese moralmente, sino todo lo contrario. I don't fucking know how the fuck i got this far without going anywhere. Y no me da pena tu puto dilema. I'm here. I've been here all along. I'm a sitting duck in a fucking war zone. Y no estoy orgulloso, sino todo lo contrario. I feel fucking lost. And it's not good to feel lost in the very place you've been for your entire life. ¿Entiendes?
Es julio. Es julio con minúsculas. Uno de esos meses en los que siempre llueve, todos los días. Un mes que odio y que -últimamente- se ha esmerado para que lo odie más. Quince días terribles y maravillosos. Aura y su recuerdo. Frank y su vuelta al mundo. Sam y Natalia, yo y mi trabajo abandonado. La lluvia y su recordatorio de los paraguas. Qué se yo. Todo al mismo tiempo.
Pero también, es el último día de julio. El día en el que todo se va junto con el agua sucia de los trastes y la lavadora. El día para terminar. El día para no seguir. El día para guardar silencio en mitad de la capital más ruidosa del mundo. Para escuchar su corazón de chapopote. Su corazón que agoniza. Mi corazón. El corazón de todos. Y de ninguno.
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2 comentarios:
Te debo mil regalos... Cómo la prisa me hundió en la inactividad! Te debo mil gotas, o letras o ideas o mil todos. Te responderé a tu precioso presente, porque fue mi cumpleaños y el tuyo, otro día, y como regalo, como presente, te devuelvo la mirada desde mi horizonte en este día de julio, el último, que escribiré con mayúsculas para mi diccionario de recuerdos. Te debo.
Hola amigo del otro lado. Aunque suene típico y tópico de película mala norteamericana, llamar amigo a aquel a quien no se conoce.
Hoy he leído por primera vez tu blog, y aunque algo espeso para mi, por no saber usar tan bien como tu esta lengua compartida, si quiero decirte que lo poco que he leído me ha encantado, y que en este texto tuyo me encuentro. Soy uno de esos europeos que vinieron no hace mucho a pasear por esa magnífica ciudad tuya, con mi botellín de agua, of course! y quedé prendada de este amasijo de gente, cultura, olores, sabores y colores que destila cada poro de esta, tu ciudad.
Me colaré más veces por tu blog, para gozar de tus descripciones y tu arte en escribir.
Un placer encontrar un blog como el tuyo.
Saludos desde España.
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