martes, febrero 26, 2008

Lágrimas (y más lágrimas) pal cocodrilo (1999)

Para Efraín Huerta. El más grande poeta que ha dado México.


Cielo

O nubes

O estrellas

O jardines y sus obvias flores

piel cáustica

amor y su obvia pesadumbre

Revolución.

Esa

savia y raíz de tu palabra,

cocodrilo de prodigiosa estirpe

humilde amo de tus dominios y deseos

humilde amo de la carne grieta y surco

y de sabores ominosos

alados placeres del que llamamos

hombre

esa

resultó ser tu insignia.

Sombrero en mano y corazón tiritando,

Nos inclinamos frecuentes

y solemnes

ante esos tus tan tuyos versos

y ante tu muerte

y ante esa luz vegetal y dionisiaca

que ni tu verbo engendrante logra contener

Reverencia

ante la fuerza energúmena de tus ojos extintos

iluminando el ahora

Reverencia

pues

eres tú

nombrando los lirios

o las gladiolas

o las orquídeas

Reverencia aun más irreverente:

hete nombrando los sexos y sus cordilleras de muslos

de esos que sudan siempre

huelen siempre

y saben siempre

y nombrando también las cosas suaves

y hasta la dura nada

Reverencia

tú nombrando el bronce y los duraznos

o el invierno en trolebús

de algunos días de junio

para fundir cualquier entraña dulcemente

con todos esos néctares apalabrados

y su magma-nieve delicada

Reverencia

Tus aleteos destilados

buenos tequilas de tinta

mejor que suero

catéter en la sangre

tus vivencias envidiables

Delicada la brutalidad del placer

¿Era el verano que bebías sin miedo

o la sal de tus amantes?

¿O era algún fuego forjado en la hoguera de cien mujeres

vibrando sus acordes suculentos

o el desnudo asombro frente al otro y su mirada,

los que forjaban tu precisión asimétrica

y tu plácida perfecta

y penetrante

poesía?

¿Eran las horas no adjetivadas

O esos pocos años de frío

o la barbilla inquilina de tu cara alcohólica

preferida de todos los muslos de la ciudad

o el escueto silencio del presente taciturno

y aburrido

los que visitaban tu palacio de poeta

los que esculpían tu

cardumen de palabras

los que te emergían hacedor

y te entregaban su poder y sus misterios

como una

virgen

en sagrado sacrificio

de su virtud ?

Sabrá la chingada

o chance alguna de sus hijas,

por qué para ti los vientres eran playas

y los sexos islas remotas

y las palomas sangre

vuelo

libertad aérea

desconsuelo de insulsez

y pecado de suculenta penitencia.

La cosa es que bajo ellas

la ciudad y su ruido antinatural

y su estiércol misericordioso

y hasta su grandeza tibieza y sus calles necesidad

y noches lamento empujándose

y sus orejas de frío

todas las canciones siguen aquí

aburridas

insoportables, casi

desde que te fuiste a dormir para siempre, poeta.

Si supieras

así de tan bien extinto

tan ojos de polvo

y maestro

como sigues

si supieras el placer que ha sido

Es

Somos

Cuando vamos juntitos a beber tus palabras pretéritas

Y cuando así de muerto

tan vivo

las repites necias, ebrias

e irrepetibles

y si supieras

maese

que no te acompañaron a cantar bajo la tierra

todas las arias palomas que domaban tus flores

Ay, si supieras

si subieras a beberte las que dejaste espumosas

y si me quitaras de encima tantas flores plásticas

de cantinas paradisíacas

y tantas señales tan verdaderas

y tan falsas

Ay, si supieras

si no estuvieras tramando bacanales subterráneas

Si no estuvieras cogiéndote con las raíces húmedas

del subsuelo

Quizás, maestro,

y sólo quizás

me mandarías a tus diablos asignados

para que me dejaran de abrazar con sus mentiras

y sus frases hechas

que me niegan

todavía

el camino a tus zapatos de poeta.

sábado, febrero 16, 2008

Cazador de Pétalos (II) - Fear and Loathing in Las Lomas

Para toda la amadísima gente que a diario me lo recuerda.

I.

Hay días en que me olvido de mis más firmes y anclados propósitos
Días en los que camino a lo largo de constituyentes (prostituyentes para los sabios)
o días en los que saco el clutch
con una violencia deliciosa
mientras subo y me tuerzo entre las curvas casi bosque
del chapultepec olvidado
y que entre la sombra de Virreyes o las Herraduras de metálico claqueteo
se cimbran sobre la Reforma del mediodía las sienes
que palpitan todas esas horas inconscientes malgastadas
y en las que me esfuerzo para no ser
suavemente
y otra vez
un imperturbable niño.

Hay mañanas en las que todavía creo en las hectáreas
y en los lagos monumentales
y las represas hechas pueblo y vueltas ciudad
y en los trenes hechos vagón tras vagón
de sonidos

Días donde lo majestuoso parece sabio
y la indiferencia cobra sentido entre el smog
y las papayas de polanco
que suben todas vertiginosas
como una cabalgata de frivolidad
sobre el asfalto de los tibios
(Pavimentando la ruta que lleva
hasta el corazón de la Santa Fe que empuñan los vacíos
)

Hay lugares que (estoy seguro) ya no me eran ni tumbas
ni juglares ni sueños
ni catacumbas
pero que sin frenos me devuelven hasta la calle
que seductora me hace olvidar el pudor
y me regurgita hasta arremangarme toda la decencia
que alguna vez
me mantuvo sobrio
e inofensivo

II.
Recuerdo otros días dentro de esos días
bajo los días más lentos
tranvías con rumbo silencio
donde lejos del grandioso amor hacia las autopistas
y dándole la espalda a los santos y sagrados corporativos
de la usura
florecían las ideas casi yerbamalas
yerbabuenas
yerbabestias yerbasangres y yerbafrentas
y me recordaban todo lo náufrago que soy
cuando absorto piso el acelerador
que me sumerge
nuevamente
en las campiñas del hastío.

Existen tormentas que siempre escampan
y ocurren temblores cuando no hay frío
Hay mujeres, también.
Y hay mañanas.
Y además hay horrores que se apilan entre hermanas
y entre hombres
como hay siluetas que no se rompen
por muy encapuchadas
fantasmagóricas
o esdrújulas tramposas se dejen caer
suicidas
a cada lado del camino.

III.
¿Cuándo es que borré la certeza microscópica
que me cantaba tremebunda
y día a día

que no hay Hombre sino hay hombres,
y no hay Tiempo si no hay también algunos grillos?

¿A qué hora se me filtró entre la cal
y entre las piedras
una vez más
esa plumífera oquedad
persistente y emputecida
en la que no hay pétalos sino destinos
llenos de prados
y de estadios abarrotados
y de terrenos grandiosos como
nubes de flores que se pesan
peso sobre peso
oro granito
que quisiera ser arena
y que se cuentan cual riqueza
según las notas de los míos?

¿Cómo es que olvidé mi razón de buscar
la llave mayor de mi delirio
la sombra,
la mierda,
el tesoro del sinnombre:
significado mismo de mi endeble cacería?

¿Cuándo se me escondieron
otra vez
los pétalos
y cuándo me volví a erigir en un salvaje
rastreador de motivos?

IV.
Hoy no es de día, ni esta mañana es la noche de otras vidas.
Hoy no ando buscando, ni acelero,
ni me conduzco por otro rumbo
que el que tengo aquí conmigo.

Hoy no es Constituyentes,
ni prostituyentes,
ni es miércoles de ceniza
o la semana del martirio.

Hoy soy
otra vez
un cazador de pétalos.

Y cada pétalo que pasa me deja en paz al perseguirle
y me permite vuelta
y vuelta
otra vez
y otra
cada una
un segundo de piedad
para detonarle encima
esta calma tan resuelta
de las dos de la mañana

La del sin rumbo
la sin espera
y que siempre entona y se derrumba
con un sólo y mágico

suspiro.

martes, febrero 12, 2008

Padre Muerto que estás en el Suelo...

Y que sea lo que sea, papá....

I.

Y si te estrecho
y te tomo por el vientre
la mano alargada y enorme
los dedos blandiéndose como espadas

Y si te aprieto como si fueras carne rota
y te jalo hacia mí
como si te importara
Con fuerza. Con una fuerza inimaginable.

Tus muslos necios sobre mis ganas
pantorrillas domésticas cayendo
muy lentas
sobre mis ancas. Ancas de rana.
Ranas en azcuas.
Aguas de nada.


Tú nada más sucediendo
salvaje y estúpida como las horas
que suceden
a la calma

Tenue, súbita, terrorífica la ausencia
y el dolor y el placer
y las noches que se acumulan luego de tanta rabia

Sabiéndonos sin nombre habríamos de caer
y caer
indómitos sin alma.

II.

Qué mas da creerse dios
si desmembrados nos sabemos
carentes de cara.

Hoy llamo ocho a los años
desde que te marchaste sin aviso de ruptura.

Estoy seguro que tendríamos mucho de lo que hablar
cual García Lorca y su hortelano, Ramon Sijé
nos besaríamos la frente y nos tomaríamos las manos
inertes
sin reparo.


Y sé que te gustaría verme manejar
pata en clutch
dedos acelerándonos las mañanas:
como buen taxista y junto a ti
el ti que está vivo
y como tú,
como tu lira manifiesta y tus voz sin parábolas
te escurrirías conmigo en esos 20 minutos entre el Santa Fe que no conoces
y las calles de nuestras mañanas.

Y los corredores que deja entrever constituyentes
a las siete de la tarde lo harían posible:
Tú y yo nos escaparíamos mano a mano
cómplices como nunca.

Tú y yo sin más nada.
Absurdos y perplejos bautismales
dueños de toda la semana.
Juntos.

Pero estás más muerto que mis trampas.
Ya no te encuentras.
Ya te marchaste.

Da lo mismo el aniversario
o el tiempo
o las noches sin sombra:

Da lo mismo si te extraño o si te reto.
Si te rompes o te fraguas.

Hoy ya no me encuentro,
por más que me llamo, por más que me tratas.

Estoy ido. Ido de mí.

Carente de nosotros y de todas las ámpulas.

Muerto es muerto -me dices sin decir-
y muertas están las cobijas y las sábanas.

Hasta la vista sombra.
Arrivederci manda:

No somos nada sin nosotros.
No somos nada

sin la nada.

III.

¿Has visto tantas paradojas juntas?
¿Tantas paradojas pendejas?
¿Tantas paradejas?

Yo nunca.
O nunca desde antes de ti.

Y como antes de ti no había nada, entonces nunca.
Entonces nada.

Que cante García Lorca. Que no se guarde nada.


Los negros seguirán siendo negros.
Los puentes siempre alcanzan a ser vértice y semana.


Estamos solos, papá.
Aun cuando juntos.

Y rotos los pocos, los otros, los nosotros
acaecemos insulsos
absurdos
enjutos,

masticándonos con calma.