martes, febrero 12, 2008

Padre Muerto que estás en el Suelo...

Y que sea lo que sea, papá....

I.

Y si te estrecho
y te tomo por el vientre
la mano alargada y enorme
los dedos blandiéndose como espadas

Y si te aprieto como si fueras carne rota
y te jalo hacia mí
como si te importara
Con fuerza. Con una fuerza inimaginable.

Tus muslos necios sobre mis ganas
pantorrillas domésticas cayendo
muy lentas
sobre mis ancas. Ancas de rana.
Ranas en azcuas.
Aguas de nada.


Tú nada más sucediendo
salvaje y estúpida como las horas
que suceden
a la calma

Tenue, súbita, terrorífica la ausencia
y el dolor y el placer
y las noches que se acumulan luego de tanta rabia

Sabiéndonos sin nombre habríamos de caer
y caer
indómitos sin alma.

II.

Qué mas da creerse dios
si desmembrados nos sabemos
carentes de cara.

Hoy llamo ocho a los años
desde que te marchaste sin aviso de ruptura.

Estoy seguro que tendríamos mucho de lo que hablar
cual García Lorca y su hortelano, Ramon Sijé
nos besaríamos la frente y nos tomaríamos las manos
inertes
sin reparo.


Y sé que te gustaría verme manejar
pata en clutch
dedos acelerándonos las mañanas:
como buen taxista y junto a ti
el ti que está vivo
y como tú,
como tu lira manifiesta y tus voz sin parábolas
te escurrirías conmigo en esos 20 minutos entre el Santa Fe que no conoces
y las calles de nuestras mañanas.

Y los corredores que deja entrever constituyentes
a las siete de la tarde lo harían posible:
Tú y yo nos escaparíamos mano a mano
cómplices como nunca.

Tú y yo sin más nada.
Absurdos y perplejos bautismales
dueños de toda la semana.
Juntos.

Pero estás más muerto que mis trampas.
Ya no te encuentras.
Ya te marchaste.

Da lo mismo el aniversario
o el tiempo
o las noches sin sombra:

Da lo mismo si te extraño o si te reto.
Si te rompes o te fraguas.

Hoy ya no me encuentro,
por más que me llamo, por más que me tratas.

Estoy ido. Ido de mí.

Carente de nosotros y de todas las ámpulas.

Muerto es muerto -me dices sin decir-
y muertas están las cobijas y las sábanas.

Hasta la vista sombra.
Arrivederci manda:

No somos nada sin nosotros.
No somos nada

sin la nada.

III.

¿Has visto tantas paradojas juntas?
¿Tantas paradojas pendejas?
¿Tantas paradejas?

Yo nunca.
O nunca desde antes de ti.

Y como antes de ti no había nada, entonces nunca.
Entonces nada.

Que cante García Lorca. Que no se guarde nada.


Los negros seguirán siendo negros.
Los puentes siempre alcanzan a ser vértice y semana.


Estamos solos, papá.
Aun cuando juntos.

Y rotos los pocos, los otros, los nosotros
acaecemos insulsos
absurdos
enjutos,

masticándonos con calma.

1 comentario:

Lahetaira dijo...

Masticándo con calma, rumiando tristemente, regurgitando fragmentos de un amor que ha terminado unilateralmente con toda esperanza.

La muerte y su terrible encanto, el solipsismo.