miércoles, octubre 18, 2006

Sueños que discuten tras bambalinas

Para la princesa última (que no es lo mismo -espero- que la última princesa)


I.

Miro ese reloj que se levanta pretérito y transparente
sobre los vellos revoltosos de mi muñeca más ingenua
y menos criminal (la izquierda)
lo miro con gracia
con ganas
con pretéritos
con inocencia
y con una revuelta atemperada por los climas tropicales
lo miro sabiendo que no existe y que aún así
me da la hora
y la hora me mira pretérita y despojada de inocencia
mueca cruel sobre una rueca retruécana y estúpidamente culterana:

porque sabe que detrás de la pared estan tus muros y tus ganas
y que detrás de tus ganas dormita la inocencia
y que detrás de la inocencia te revuelves y revuelcas
y que tratando de dormir
y que tratando victoriosamente de no mirar pretéritamente la hora
asustas tus afanes de revuelta
y desbielas esas maquinarías inocentes
que apuntaron -alguna vez-
al grisáceo corazón de eso tan elocuente y tan ladrillo
y que hoy se apila amordazado entre la piel de tus murallas.

Hemos deportado juntos
todas aquellas lluvias pertinaces y labriegas
y hemos echado del pueblo a todas esas gotas insistentes
¿Qué más da la hora si ahora me encorvo
y me flexiono en rendición de cuervo impotente?



II.

Pero es que miro esa mano tan izquierda y mía
a la que todo le da lo mismo
y la veo, tan no mía
y tan descarnada e indemne concubinante y concupiscente
tan manita muñeca y tan locuaz salpicagritos
y es que hace un ruido tan soberanamente ataladrante
y es que es capaz de esconderse tras el más mustio de los códigos silentes.

La mano me da la hora: Ahora.
Medianoche sin que medie entre tus piernas la luna en remolinos
o la esperanza acolchonada
o la sequía en desesperanza
o el otro y próximo tren
que pudiera arrancarnos un buen ramo de gritos
o cualquier revolución que pudiera llevarse entre los dientes.

Es la media después de la media.
Y tristemente estas medias no son las que cubren esas tuyas pantaletas insolentes
no
Son nomás las doce y media calculadas entre oscuridad y espejos
las doce y media radiantes y bien peinadas:
Mi disciplinaria hora del buendía y el desayuno.

Y aspiran este aire dos cabezas:
la que sabe que es temprano como nunca
temprano el fresco cóctel de besos y de sangre ligera y diurna
junto a la que sabe cuán tarde es y se sienta en su mecedora
y te huele despojada de acertijos
y te pinta detrás del muro que contiene a la pared que contiene al otro muro
y que mientras cual si poco fuera
va quemando nuestras naves nuestras tardes
nuestros amasijos y nuestros futuros tan pretéritos

Mírala: repele nuestros quiensabes y los quiensabes de esos otros inservibles hechizos
de media carne
de media tarde
de media entonación y de medio alargue

Con el poder de una llamarada que triunfa
sentadita sobre la risa burlona
de una noche entrada y reconocible
y que simplemente se mofa de lo nuestro inalcanzable.


Aspiran y suspiran y sinfónicas se cansan
de sí mismas
de sí todas
de sí desnudas y olvidadas en mitad de cuerdasflojas
inconscientes palomas que pestañean sobre ingrávidos alambres:
nulas
idas
dormidas y durmientes
Mesuradas hasta la tumba.




III.

Dos cabezas entrecruzan sus aullidos
sólo para demostrar lo poco que es aullar
y lo poco que importa entrecruzarse
si se lleva pasaporte hacia la nada.

Mantelitos en el crudo restaurante del silencio.
Silentísimas cruzadas.
Templadísimos templarios.

Dijo él: Yo soy mi corazón desamparado y negro.
Y dijo bien: Porque le soy cuando he gastado
ineficientemente
todos mis albores y todas mis tardes de pan de oro
y mis tuercas solsticiadas
y todo lo mío junto a lo tuyo
y todo lo bueno y todo lo bello y todo lo Platón y todo lo cierto:
Bancarrota asimilada.

Detrás de la pared queda sólo la maqueta de tu almohada
y ese muro ensimismado de tu aroma
y esa lenta lluvia
y esa lenta
lenta
l-e-n-t-a-m-e-n-t-e t-i-b-i-a
lotería

Que ya no vale ni media mazorca
mal ganada.


Duerme, princesa. Duerme.
Como buen apostador me he apoltronado en las entrañas del castillo
y como buen adorador lo pierdo todo
sin dejar de amarte nada.

Nada.

Nada.

3 comentarios:

Remedios la Bella dijo...

...

Remedios la Bella dijo...

Traduccion: Que me ha dejaó sin palabras, me encanto, de hecho con su permiso tomare un fragmento para un post, Gracias por participar.

ángel dijo...

Un poema en caída onírica y libre que de lejos recuerda al Gran Cocodrilo, pero con un lenguaje personal. me ha gustado mucho leerlo.

Saludos...