martes, junio 16, 2009

La bondad de los archipiélagos (Geográficamente lineal)

En alusión a cierta charla con str.


I.

La mayor parte de la gente duda de lo espontáneo.
Y hacen bien:
quizás porque -muy probablemente-
eso que parecería espontáneo
normalmente no lo es.

O quizás porque
-aunque lo sea-
conviene mejor dudar.

Transitar sobre el océano con la armadura de plomo bien soldada,
soldado,
es en verdad,

soldado

el primero de tus deberes.


"No pretenderás haber hallado tierra firme en vano"
o
"No pretenderás la tierra firme de tu prójimo"

Esos, quizás,
podrían ser los segundos.

A la mar poco le importan semejantes vaivenes
pugilísticos o acorazados:

La mar es un yermo y tortuoso tejido de agua sucia y
salada como los cataclismos
y turbia
llena de pelos
perplejos y remolinos
que no saben con certeza
qué
es aquello
que transita a punta y clavo
de orgullosas
dentelladas
sobre ellos.

II.
La mar también duda de lo espontáneo.
Por el simple hecho de ser mar.
Y hace bien.

No es la mar quien despierta repleta de tanto sol
ni cansada de sus barbas.
Ni es ella quien por más que se sacude
falla en recobrar la calma que supone que le otorgan
un par de mejillas rasuradas
recién imberbes
y devueltas sobre la precisa corriente que supone ser
camino de vuelta

a quién sabe

qué-puta-casa.

La mar duda de todo aquello.
De lo espontáneo, de lo perpetuo, de todo
ello.

Y luego reposa en su violencia muda.
Y repleta de dudas prosigue con su fragua

y con su cadencia.

III.
La mayor parte -y la mar- dudan siempre de lo espontáneo
y dudan siempre del retorno
y dudan siempre de la casa.
Y hacen bien.

Porque quizás acontecen todas esas cosas
y todas esas dudas
sobre la misma
y efímera

y perpetua

oclusión.

La del pelambre que ocupa un lugar
no solicitado
en las cañerías del destino

para que al mañana -me temo-
le venga la tos.

Y sobrevenga también
el ahogo.

La tuberculosis añadida.
Y para que ocurran entonces
desparpajadas

todas las

"coincidencias".

IV.
Bendita la tabla de surf
y bendita también la Pangea.
¿Cómo sin ellas se podria contar la historia
de una isla
tras de una isla
tras de otra isla
que no conoce
ni se contea?

Como planetas de aquel príncipe pequeño
o como boyas en un mar superdotado

Aquí, mi súbito cordero de dibujos,
aquí,
mi ingrávido marfil subexplotado
aquí -y sólo aquí-

es donde ocurren todos ellos
(los ladridos del futuro
los eunucos del ensueño
los que habría y los que hubo)

Y aquí -también-
es donde pasan las preguntas
rozando a veces
pero -siempre-
por un lado.

V.
Te cuento (rapidísimo):
Hubo un día que miré sobre mis pisadas
y así, de pronto, dejé de añorar ser pirata.

Y no es que se me olvidase el placer de llevar una barba bien larga
o de matar lo bienmatable
o de abordar barcuchos débiles y prescindibles, no.

Ese día pudo ser como cualquier otro.
Hasta que miré bajo mis pies
y vi cuando era luego.

Y dejé de serlo.
Culpé primero al sol,
luego a la falta de sueño,
y después a la luna

y al final a las barbas
y más tarde al recreo y a la infancia y a todas las palabras
y a mí mismo
y al mar y a los navíos
y al mañana, y al pasado y hasta me tomé la libertad de ser libre
para culpar a lo eterno.

Pero nada logró arrebatarme la idea.
Ni nada fue capaz de llevarme a otra parte.
Ni conseguí, con todo aquello, apartarme del fuego.

VI.
Bajo mis pies, sobre el mar -primero-
y sobre tierra, bajo sal, y entre dientes
-después-
yacía relajada una roja equis.

Una roja cruz.

Un rojísimo lugar para cavar.

Un destino para el tesoro.
Un norte que no fue solicitado.

Un mañana desnudo.
Un lugar sin bordes: Un cachito de hemiciclo
donde ser enterrado.

VII.
Tuve que dejar de ser pirata y naviero
tuve que dejar de ser dibujo
y de ser cordero
Tuve que.
Supe que.

Luego emití la orden:
"Contramaestre:
Le ordeno traerme su cuchara más pequeña"

De su barca imaginaria
bajó un soldado empuñando una cuchara microscópica.

Ni tardo
ni perezoso
la colocó sobre mi mano.

Y entonces,

así

de repente


comencé a cavar.

XXXXX

(¿Y en este mercado habrá
quien venda un final


para cierto túnel?)

domingo, junio 07, 2009

Panificadora "El Designio"

Una hogaza de pan es mordida y es sueño
paréntesis de harina floja y turbia labia que no muerde
y que no sabe morder
día que permanece

muerte que no se termina
hogaza de pan vestida de mendrugo

canto roto por la mitad
mano que rompe y que ofrece aquello que no tiene
salvedad por instrumentos

piloto automático
hogaza
hogaza de pan

y masticar
y masticar
y masticar

aquello que no se termina
calambre de viernes
etiqueta que no lleva faltas ni rimas

hogaza

hogaza de pan
y que es cordero sin horno empecinado en volarse el día

(volar un día
volar)

y que las pulgas y los bichos que reposan
bajo el ala mayor
se cuenten cuentos y se
acurruquen
como un buen tequila
reposado

que las puertas del metro nunca saben lo que hay
en su interior
ni lo que pasa
en sus adentros

Migaja de pan
migaja de gritos, de sombras, de pan
y de pan
mendrugo como título nobiliario
en estos tiempos de satélites fornidos
resquicios
cuevas y apartamentos tres veces amueblados por los ojos de cierto panadero
cocinero de despojos
y que supo desde siempre que no hay más
y que hay puertas que no tienen cerrojo

Futuro
solución
bufete de hormigas necias en su afán
por desfilar
Alcancías del absurdo
moneditas de hambres tan pequeñitas como arduas
agujetas largas
y recias
y cardúmenes de niños que resoplan chiflidos
reposados y bruñidos
como estambres de corral
o como enjambres en el nido

Tejedoras y futuros
caminantes del auxilio
tejedoras que tejen tercas petulantes
mariposas en frío
y futuros que se duermen y se destejen y se arrancan y se sienten
moretones dignos de un andar sin apellidos
labios tiesos como bufandas sin cuello y penélopes mustias de colchones
y de hoteles en la Habana
o encendidos
tal vez más viejos
o no
o viejos los cerros

y cerros
a la izquierda

De dios padre no-me-acuer-do
cerros de migajas tejedoras
bufandas futuro
hogaza de pan
cierto pan, tal vez
o migajas
o mendrugos
pero en televisión nacional

Penélope a cuadro
aderezándonos el clima:

"yo pedí noticias, no temporales"

dicen las pulgas rebosantes de bufandas y de gritos
y todo es pequeño como el futuro
como la hogaza
como la cal y como el mendrugo

Todo es pequeño sin el nombre que hace falta
sin ti, sin mí
sin el futuro mustio y sin la hogaza violenta
y sin la turbia,
sucia
y voraz corazonada

que le puso nombre

No sé cómo. No sé porqué.

a tanta y tanta cantata
que no sabe, tampoco

por quien
por qué
o a qué horas

se desnuda tras la hogaza
tras el frío
tras la calma

y luego

tiembla.