Para un beso. Con eso se dice todo.
lo que no daría por ser capaz de resumir.
Llegar a cuatro sin contar uno solo.
Admitir mi deber sin teclear ni un sólo puntito.
Ay, boquita belicosa:
Lo beligerante se me termina donde te empiezan las ganas.
Yo no soy lo que quiero, ni mucho menos lo que me ponga en gana.
Ay, boquita. Boquita belicosa.
No eres más nítida
que ninguna otra cosa.
No sos nada.
Ni lo semos, tantito.
El punto sobre el punto: Los dos puntos.
Y la nada. La misma nada. La tuya.
Ay, boquita belicosa:
El punto sobre el punto: Los dos puntos.
Y la nada. La misma nada. La tuya.
Ay, boquita belicosa:
Qué más quisiera que ser yo, queriendo ser alguna otra cosa.
Del puro arrastre me arrepiento.
Ya no hablemos de los sueños
o de las norias
o de los lamentos oceánicos
o de ninguna otra joda.
Ven pa' cá: Boquita belicosa.
Admite que no quiero ser destino.
Y asume pronto que -de verdad-
no me interesa si eres mejor prosa.
Calíbralo de una vez:
Este es el pan funámbulo que tirita entre los planes
y sobre las últimas baldosas.
¿Por allá?
Más nada.
Quizás alguna boca.
O quizás también lo mismo:
tu ráuda y tu breve
y tu larguísima
boquita belicosa.
Es todo un mito cuando cantas
y cuando ríes
y cuando gozas
Es todo -realmente-
un etérnico marchito:
Son todas
sólo rimas
y lo son así.
Por más que las nieguen.
Y por más
que sean hermosas.