Dualidades arrumbadas (sin rumbo)
“Escribo poemas
para que descubras
que no soy el mismo
que escribe poemas”
Ivan Tubau
Hacer poesía es facultad de todos
Solo debe decirse sencillamente lo que todos piensan
Digamos:
“Aquella mujer conoce el ángulo perfecto
en el cual inclinar la cabeza
Y ser y sentirse saboreada por ello”
Todos sonríen ante la evidencia irrefutable
Aquel, el más ebrio de la noche
duda entre huir y mear
o seguir vociferando risotadas de esas
que babean miedo de tan ciertas.
(Él conoce a la mujer y ella lo mira sólo a él esta noche
inclinando su cabeza
- en ese mismo ángulo inocente y criminal -
y abusa orgullosamente de su paciente y hermosa ofensiva)
Así es como poesiando se entiende la gente.
Y a veces, hasta de verdad se desea.
Poetizando no.
Si poetizamos estiramos dedos que no nos pertenecen
Rasgamos sin fruto verdadero
los frondosos abrigos de lo “sublime”
Cuando poesiando nos llueven inocentes las palabras
lo sublime se desnuda deseante y apresurado
y lanza hasta el mismo fondo del abismo
todos esos viejos, conocidos y discursivos abrigos.
Claudica sus ropas
Y sus prestadas pieles sintéticas
nos abraza
nos murmura palabras
nos sopla su arena, impúdica, desparpajada, cuasiputa
y rueda
y rueda
y rueda
acariciándonos los dientes
y brota impune, diciéndose solita
Abeja iracunda y sin control,
sin ninguna antigua necesidad de poseerse a sí misma
ni de ser poseída
ni de entenderse para luego pintar como es el añorar que vuelva
Poesiar es volar como arena
que no sabe ser nostalgia.
Poetizar es creer que la imagen se vende y se compra en toneladas.
Poesiar es sonrisa
que si quiere ser deseada es solo en el presente
y que normalmente lo es
sin venderse
sin saberse ni pretender ser sabia.
Simple arena, perdida en el fondo de pozos cansados
y que imploran ser reclamados por los exploradores.
Y que, desconocidos e impertinentes,
No temen ser los dolores más gruesos de cien
o cien mil cuellos hambrientos
Poesiar es hablar normalmente.
Hablar gruñendo ganas de ser trémulo
Canción
Palabra paladeada, gozada,
y olvidada luego.
Cuando poesiamos damos nombre a los vestidos
entonamos cantos simples y hermosos
y orgullosos
de sus nudos o de sus lianas interminables.
Poesiando damos brazos a quien no los tiene,
(Y hasta a veces nos descubrimos a nosotros mismos
desmembrados y nos favorecemos)
Luego entendemos que
para arrancarlos sin piedad
o para saber saborear el miedo desde sus afueras
basta un mero tirón de arrogancia
Poetizando
en cambio
Probamos sabores que no conocemos-conoceremos-no existen
Ni existirán en los sueños más sagrados de las vacas de Calcuta
Repetimos graznidos de garzas puristas
aves dignas de cualquier aumento en el presupuesto.
Poesiando todo existe porque
sin ser ciertamente cierto
sabe casi casi igual.
Poesiando todo sabe como el agua
Insípida, incolora, inerte:
Sabe al agua que siempre sabe a todo lo antes y todo lo después
(y que hoy quizá sabe a piernas guapas y sudorosas,
o quizás a esperas demasiado largas sobre banquitas herrumbrosas
diosas de un viejo parque
sentadas y quietecitas
esperando que alguien acepte ser poesía)
Poesiando el beso sabe a seis mil besos
que se sobreponen a cualquier sed.
Qué más da poetizar
Meter nuestras literarias
Y torpes agujas
dentro de esas madejas de hilo incomprensible.
De qué vale cruzar soberanamente y mil veces
Nuestras ansias soberbias
ahogadas en su longo y frugal entendimiento
si el tejido telaraña-coartada
no acaricia ni la piel de un niño
o estremece al menos una boba nube.
Si no arrancan una cualquier mirada
que pide ser vista.
Qué más da saber o inventar todas las palabras
si nadie es besado gracias
o a pesar de ese arrogante sortilegio.
O si nadie bebe del licor enterrado
O si la embriaguez que todos cosechamos
en la piel de los amantes
no termina siendo causa ni destino.
Qué cruel sería conocer siempre una respuesta
a cualquier idiota adivinanza
o al mayor de los misterios
Qué cruel sería masticar todas las uvas
si al tragar no emergiera el placer de un sabor violento
Qué inútil resultaría nuestra garganta
Si reclamara histérica un deber sentirse llena
o si falta le hiciera un nombre
para cada sabor o para cada silencio.
Bebamos, colega
sea el beber aunque algún día lleguen
todos esos nombres desechables.
Bebamos mientras cualquier cuello inocente
ejercitando una torsión muerta, en busca del deseo
no nos arranque más la paz
y podamos seguir
bebiendo sin espera
el momento que prosigue.
Salud.