lunes, mayo 30, 2005

Si quisiera algo

No hay ternura sin abismo, ni Dios sin vino.
Carlos Orujo

Y aunque cuente unodostrés, la vida sigue siendo la misma.

Las casas siguen sin ojos
y las calles siguen mudas
y al tiempo seguimos sin importarle gran cosa, mejor así.
Y qué (o qué)
O qué importa lo posible
o quién pudiera mentir tan bien como para verlo todo.

Unodostrés: (Sí, adivinaste, es la cuenta de tus ojos no muertos)
pero más nada
No me salvan, ni quiero
Ni podría salvarlos (tampoco)
ni en mis pesadillas más inútiles e interminables
¿A quién le interesa salvar del mundo a nadie, hoy mismo?

Tus ojos a la carta (dos, para llevar)
Tus ojos prestados a las casas
y tu voz más histriónica prestada también a la ansiedad de todas esas calles
(calles que sudan de no poder decirte hola)

Tu boca momentánea y sin consecuencias: Nada más.
Nada de caminos, nada de promesas.
No quiero imaginar nuevas historias (lo juro)
Estoy cansado de ver cómo se derrumban siempre los naipes
Solo hace falta un soplo
Mejor pactar.

Nada de construir falacias: Ni hablar.
Que sean sólo tus ojos en préstamo
mirando sin lucrar, viendo sin motivo
Oyendo como todas las avenidas que te extrañan no pueden decir nada
sin reclamos
sin futuros
sin motivos mejores que esas blandas caídas sobre la ternura de los pájaros (o de los gatos, o de la niebla más insulsa)
Nada que no sea dormir ciegamente sin hambres parturientas.
(Acariciando el olor de tu pelo, si es posible)

Nada de infinitos.
Nada de futuros.
Nada de pijamas ni tampoco más de estas tontas sábanas sedientas.

Quiero dejar de querer contar siempre: unodostrés.
Quiero olvidar mis ganas de memorizarlo todo.

Sufro para que entiendas que no soy yo el que sufre.

Más nada.

lunes, mayo 16, 2005

Otro poema ya viejito.

Dualidades arrumbadas (sin rumbo)

“Escribo poemas

para que descubras

que no soy el mismo

que escribe poemas”

Ivan Tubau

Hacer poesía es facultad de todos

Solo debe decirse sencillamente lo que todos piensan

Digamos:

“Aquella mujer conoce el ángulo perfecto

en el cual inclinar la cabeza

Y ser y sentirse saboreada por ello”

Todos sonríen ante la evidencia irrefutable

Aquel, el más ebrio de la noche

duda entre huir y mear

o seguir vociferando risotadas de esas

que babean miedo de tan ciertas.

(Él conoce a la mujer y ella lo mira sólo a él esta noche

inclinando su cabeza

- en ese mismo ángulo inocente y criminal -

y abusa orgullosamente de su paciente y hermosa ofensiva)

Así es como poesiando se entiende la gente.

Y a veces, hasta de verdad se desea.

Poetizando no.

Si poetizamos estiramos dedos que no nos pertenecen

Rasgamos sin fruto verdadero

los frondosos abrigos de lo “sublime”

Cuando poesiando nos llueven inocentes las palabras

lo sublime se desnuda deseante y apresurado

y lanza hasta el mismo fondo del abismo

todos esos viejos, conocidos y discursivos abrigos.

Claudica sus ropas

Y sus prestadas pieles sintéticas

nos abraza

nos murmura palabras

nos sopla su arena, impúdica, desparpajada, cuasiputa

y rueda

y rueda

y rueda

acariciándonos los dientes

y brota impune, diciéndose solita

Abeja iracunda y sin control,

sin ninguna antigua necesidad de poseerse a sí misma

ni de ser poseída

ni de entenderse para luego pintar como es el añorar que vuelva

Poesiar es volar como arena

que no sabe ser nostalgia.

Poetizar es creer que la imagen se vende y se compra en toneladas.

Poesiar es sonrisa

que si quiere ser deseada es solo en el presente

y que normalmente lo es

sin venderse

sin saberse ni pretender ser sabia.

Simple arena, perdida en el fondo de pozos cansados

y que imploran ser reclamados por los exploradores.

Y que, desconocidos e impertinentes,

No temen ser los dolores más gruesos de cien

o cien mil cuellos hambrientos

Poesiar es hablar normalmente.

Hablar gruñendo ganas de ser trémulo

Canción

Palabra paladeada, gozada,

y olvidada luego.

Cuando poesiamos damos nombre a los vestidos

entonamos cantos simples y hermosos

y orgullosos

de sus nudos o de sus lianas interminables.

Poesiando damos brazos a quien no los tiene,

(Y hasta a veces nos descubrimos a nosotros mismos

desmembrados y nos favorecemos)

Luego entendemos que

para arrancarlos sin piedad

o para saber saborear el miedo desde sus afueras

basta un mero tirón de arrogancia

Poetizando

en cambio

Probamos sabores que no conocemos-conoceremos-no existen

Ni existirán en los sueños más sagrados de las vacas de Calcuta

Repetimos graznidos de garzas puristas

aves dignas de cualquier aumento en el presupuesto.

Poesiando todo existe porque

sin ser ciertamente cierto

sabe casi casi igual.

Poesiando todo sabe como el agua

Insípida, incolora, inerte:

Sabe al agua que siempre sabe a todo lo antes y todo lo después

(y que hoy quizá sabe a piernas guapas y sudorosas,

o quizás a esperas demasiado largas sobre banquitas herrumbrosas

diosas de un viejo parque

sentadas y quietecitas

esperando que alguien acepte ser poesía)

Poesiando el beso sabe a seis mil besos

que se sobreponen a cualquier sed.

Qué más da poetizar

Meter nuestras literarias

Y torpes agujas

dentro de esas madejas de hilo incomprensible.

De qué vale cruzar soberanamente y mil veces

Nuestras ansias soberbias

ahogadas en su longo y frugal entendimiento

si el tejido telaraña-coartada

no acaricia ni la piel de un niño

o estremece al menos una boba nube.

Si no arrancan una cualquier mirada

que pide ser vista.

Qué más da saber o inventar todas las palabras

si nadie es besado gracias

o a pesar de ese arrogante sortilegio.

O si nadie bebe del licor enterrado

O si la embriaguez que todos cosechamos

en la piel de los amantes

no termina siendo causa ni destino.

Qué cruel sería conocer siempre una respuesta

a cualquier idiota adivinanza

o al mayor de los misterios

Qué cruel sería masticar todas las uvas

si al tragar no emergiera el placer de un sabor violento

Qué inútil resultaría nuestra garganta

Si reclamara histérica un deber sentirse llena

o si falta le hiciera un nombre

para cada sabor o para cada silencio.

Bebamos, colega

sea el beber aunque algún día lleguen

todos esos nombres desechables.

Bebamos mientras cualquier cuello inocente

ejercitando una torsión muerta, en busca del deseo

no nos arranque más la paz

y podamos seguir

bebiendo sin espera

el momento que prosigue.

Salud.

viernes, mayo 06, 2005

Olvidar es fácil.

Olvidar resulta fácil, cuando de verdad se quiere.

Ni me atrevo a dudarlo.


Del sueño a la poesía


Un mundo de contrahechos
se esparce en la cartulina
bordado con punta fina
como los pelos del pecho

Pais en que los desechos
son amados todavía
Es la comarca sombría
donde la luz se perdona.

Porque ahí van las personas, del sueño a la poesía.


En un sofá diminuto
posa minúscula gente
unos sonríen al lente
otros cuentan los minutos

Bichejos de rostro enjuto
se asoman a celosías
y carroñeras arpías
prestan garras al retablo
Mientras hace ronda el diablo
Del sueño a la poesía.


Un pavorreal se pasea
por un desván en penumbras
y a su paso que deslumbra
la oscuridad se voltea.


Qué transformó pluma entera
de apariciones sombrías
qué pasión, qué melodía
tocó el corazón humano
para conducir la mano
del sueño a la poesía
del sueño, a la poesía.

Dum dum tom tei
Dum dim tei tam
Dum dim tei tam
Dom Dom.


Silvio


(qué cabrón)

lunes, mayo 02, 2005

Aun en los Subsuelos

Sigo en el subsuelo. Anonadado por el deber ser. Deber olvidar. Dejar atrás cosas. Intolerable.

No quiero dejarla ir. Al menos no ahora.

Habría de pelear por ella? Ser pusilánime y rogar? Nah. Mucho ego para eso.

Mejor me callo y dejo que hable la historia.

A dormir.