viernes, abril 29, 2005

Cartas a un viejo amor. (Recreos para el hartazgo)

Me he dedicado a postear cosas muy viejas, lo sé. Y del mismo modo, he sido vapuleado por culpa de todo eso. No quiero más. Me niego.

Hoy pondré un poema que hasta ahora era exclusivo de alguien a quien amaba mucho. Siéntolo un chingo: Es hora de lanzarlo al ruedo. Hoy que quedó demostrado que se había esfumado para siempre. Ley de Murphy.


No me atropelles, atropellame.

A F. R. y al (los) autor(es) intelectual(es) de cualquier coincidencia y a la lógica maravillante y esquizoide de las supersticiones.


Ni el rechinar de tus ojos cansados del caucho
ni las llantas que miran el asfalto
hartas de no poder hablarse entre sí
y que dibujan sus sábanas de aguacero nocturno impertinente
(y se vuelcan sobre Amsterdam como viles madrugadas de fatiga)
ni el auto horriblemente amarillo y profesional
y que tampoco es tuyo)
ni mi imbécil cara tropezándose con las gafas que siempre miran por mi
y que no querían estarse quietas
durante esa lluvia cuando me asaltaron para delatar que eras tú quien sacaba la mano por la ventanilla
y que tu mano era la que saludaba ingenuamente
tras casi asesinar un ebrio


No fue la posibilidad cero de adivinar con certeza de cerbatana
ni la conversación previa con tus fanáticos
ni mis supuestos amigos detractores
(pergaminos discursos podridos celosos ahogados de sinrazón)
ni el no saber bailar o que tú sí sepas-quieras-te-sientas-más-cansada-si-no-lo-haces
y que no haya habido manos
ni menos
claro
las mías
retorciéndose de alcohol y miedo para llevarte con fuerza suavifirme
por toda la horrenda pista del bar y sus goteras
(todas también aburridas pero bailando sin que ni el frío, ni las trufas casi-líquidas-chocolate-exquisito-bebiéndose-tu-sonrisa, todas tuyas y pobres, no lo sabían)
ni el vaho
vapor necio aferrándose a los cristales de no tu-auto
como casi entendiéndome
ni la casualidad
ni dios ni las muecas patéticas que imita de mi
ni tampoco la coincidencia ni mis nada breves historias somnolientas
(mientras casi te duermes ahí frente a mí y al sillón inocente y con las piernas tiritando sus ganas de dormir)
aunque sobre esa alfombra

- no te pongas falda si me atropellas la próxima madrugada - y mis ojos que se bebían a sorbitos

la noche líquida y corrupta
sin que nada hicieran ninguna de nuestras diferencias
ni importantes ni mirando
siempre otro lado que no fueras tú y siempre fallando fallando fallando por método encontrándote donde todo
viéndote como existente desde un siempre tan cursi
que resulta musicalmente idiota y teatral

ni ese amanecer que tampoco desde tu ventana se ve
y que también huele a humedad (el amanecer, la ventana)

- y que castiga a PatiP por todo eso -
ni el inhumano destierro de tu ilusión (que alguien mate al responsable)

¿Cómo es que sólo la pantallita esférica te ilusiona ahora y tú ilusionas como si nada, a tanto público?

ni la tristeza digital que asomas entre las yemas mordisqueadas
esas que con dientes que son tuyos -sólo por casualidad-
te muerdes como me dueles y luego no te duelen y no sabes y luego temes y luego sueñas para parecer inocente

(tal y como antier hiciste conmigo y aparte censurado, bah)

Nada.
Nada sabe nadie entiende
todo complota contra entender lo que no se deja hacer verbo
y cae luego tan fuerte y tan veneno
silente sobre hombros, tensos barrotes que encierran miserias y rendición

complotan las pestañas contra los párpados
que apenas son cortina musical
(donde escucho entre pupilas sin saber sin querer saber y sin adivinar lo que vas a decir)

carne para la sorpresa
todos complotan contra uno de esos finales dignos de mañanas como esta
en que no me dejo terminar

- it ain’t over till I’m sober -

bebo lluvia ácida y camino por callejuelas que apestan a todo-el-rato-que-llevo-solo
pestilentes como mi colonia Roma
y yo que sin olerla y sin estar ahí sigo siendo llovido encima
y compro el diario más burgués de todos y que tampoco jamás leo
y luego le piso con zapatos empapados de charcos voyeuristas
que te espían calladitos afuera de tu casa

(y que antes era sólo de PatiP y de su látigo)

Y luego me fustigan y escribo (quizá sólo y otra vez sólo lo escribo para mi)
este terror de temporada que repite y repite
involuntaria
tu cara triste y sus ojos puestos ahí como dos subtítulos
que buscan una razón para querer ser olvidados

y que reniegan de lo que han visto
y de lo que saben ver
y de lo que no alcanzan ni estirándose
y yo tras comprar un par de chelas –claro- y también los cigarros que no había

- ni siquiera los faros de walter con su diseño ultramarino y sabor a viejas lijas -

y con nada-que-decirte estacionado en la punta de mi lengua
llego otra vez a esta casa tan no mía
desierto de corcholatas olvidadas por sus madres
donde ellas y yo sabemos que no estás
y – carajo –
te sigo viendo casi fílmica
con tus 35 milímetros por quinientos metros en ciento ochenta grados y tercera dimensión, promesa del próximo domingo y que me arrastran sin razón a los gerundios putrefactos


y todo se teclean solo sobre papeles que no existen
y las ganas de no encontrar metáforas bienportadas casi-logran encarcelar la imagen páramo donde al fin cabes y te puedo guardar -te guardo-
en LA cajita de cerillos talismán que uso para guardar el olvido de mi cabeza necia

- la caja que te espera y que dice Piscis y que te habla calladita
y casi silbando sus torpes designios para el futuro -

Llegué dos cuadras antes de llegar al deseo
dos cuadras antes del eco de llamarte por única vez tan temprano
para así romper mis promesas de última hora y
de-algún-modo-el-que-sea
agitar por una vez tu cardiaca susceptibilidad
(y eso que casi ya estabas dormida cuando te despedías de mi yo-nadie)
y darte esas gracias que se dan sin saber por qué
para luego recibir con honores fanfárricos y onerosos y ridículos rococó
a mi compulsión tortuga de renunciar de nuevo a ti
y al hecho, insólito, de que hay gente posible y real y desconocida
e indescifrable
ave de misterios
y que vienen de la oscuridad más común
y que tejen sus historias con las de otros usando las más vulgares cerillas astrológicas
y cotidianas y que ponen nombre a los porqués
y a las coincidencias y a las supersticiones
tan aparentemente arrojadas a nosotros.

Pareces, cuando miro dentro,
aparte de orquídea entre sueños que todavía no adivino
y de tren aburrido en plena estación del desprendimiento
pareces
aparte de reina salvaje y modosita del Nueva Orleáns que solo conozco por tu boca de relatos tan breves y por el buen jazz
pareces verdadera
sólida como baile de salón
Pareces pantalla gigante y reflector
y no dejo de verte aun si me rompo el cuello queriendo
y aun si quiero leer tus subtítulos hechos en cientochenta grados de ilusiones IMAX
que alumbras
o si clausuro mis ojos esclavos de mirar hasta dormidos
y que sueñan estúpidamente con estíos lluviosos
- donde tú manejas tu auto amarillo y profesional -
y yo solo debo respirar con esta misma nariz impertinente
los miedos y las luces que nos incomodan cada noche.

Mejor duerme
pues otra vez lidio con lo que veo sin creer
y súbitamente alguien me lo retransmite en technicolor

Ojalá fueras solo una fotografía de esas que no hablan
y pudiera pedirte tranquilo: Duerme aunque ya estés dormida

Pero ésta última voluntad
necesaria y redundante
-cliché del ejecutado-
sueña otra vez conmigo.

Suéñame mejor, sólo eso te pido.
Suéñame mejor de lo que soy
pues dentro de esa persona que no acabo de mirar
perplejo y estúpido
eres aun más hermosa que todos mis sueños por venir

jueves, abril 28, 2005

La inutilidad de las palabras

Palabra.

Carne de mi carne
dijeron
carne que proviene de mi
y que habla mis tonos
y que escupe mis silencios
y que me significa.

Como tú,
todos nosotros arrojados aquí.

Lanzados sin tregua para buscar un fondo
en este océano de párpados sorprendidos

Todos igual: sin ser parte
siendo motivo de algunos
motivándonos a través de otros.

Me siento desnudo: Siénteme desnudo

Todo el tiempo
todo el tiempo púrpura estoy desnudamente hablando

y hablando y hablando
con ese todo de abrir la boca.

Con ese todo que presume serlo y claro: no lo es

TODO el tiempo
incluso al decir: “to-do eltiem-po”.

(Creyendo que puedo mentarlo desparpajado
o creyendo que mi palabra significa.

Creyendo que ese todo es algo más que dos sílabas
o que alguna vez fue solo un tono)

Dame mejor tu tono:
Dámelo mejor y que sea ahora

tu tono húmedo o al menos tu tono desértico.

Dame sin miedo tu tono cadérico o tu tono cadavérico

Dame, si sabes, tu tono que sabe.

Déjame paladear tu tono
darle algo del tónico de mi boca, sangrante de palabras.

Déjame te doy mi boca que
sangra sangra sangra
palabras presumidas
que dicen: Tierra

y que dicen aire-fuego-viento-nada
Y que siempre dicen-dirán-dijeron algo ya muy muy dicho


Usadas: Palabras muy putas.
Palabras señoriales, royales, reales de repente.

Monarcas meretrices pagadas por el poder de usarles.

Altruistas promiscuas dejadas

Dejatrices: actrices del desecho

(Yo realmente solo quiero decir nada pero
¿Cómo puedo decir nada? o bien
cómo puedo sentir nada y decir nada y a la vez, mierda,

estar diciendo algo:

Inconexo, in-lógico, inútil, inerme, inanición)


Tengo hambre, otra vez.

Llega a mi algo verdadero: tengo hambre
sé que si lo escribo, estoy escribiendo algo cierto.

(Que no estoy arquitectando, construmamando los senos de la razón
y evacuando luego palabras
que juntas juntitas bailen cuentos sonoramente lindos.

Sé que esto sí es verdad: TENGO HAMBRE.

(Pero inmediatamente solicito a mi mente un nombre para el hambre
y ahí es donde la poesía termina)

Todos los nombres son tu nombre
y no puedo embellecerlo más allá de su fonética o de ti
todos los nombres tu sonido
y no puedo pronunciarlo sin entonar su melodía criminal
todos los sonidos tu belleza y tu podredumbre
y nombrarla no vale más que permanecer en silencio

Y en el silencio
al menos se desviste tu ombligo

(que cínicamente sabe también su nombre)

y el silencio mismo desnuda sus piernas llenas de nombres
y el silencio desparrama su sinfonía de gritos

gritos que gritan tu nombre.

Y ya qué
finalmente otra vez tu nombre desterrador de palabras
exiliador de sueños
sombra de los sueños y sombra de otros mejores nombres…

Tu nombre al final de su propio nombre

No me deja dormir

tampoco.

miércoles, abril 27, 2005

Reflexiones furtivas.

Reflexión del Otro.

Sus ojos son surcos que cruzan mis entrañas
Ojos que miro como si no mirase nada
ojos que no miro y miro antojado
ojos que respiran y hablan y se quejan.

Los ojos
cliché que reconozco también
son los ojos del cielo
son los ojos del miedo
los ojos del hambre y de la resaca perpetua.

¿Cómo mirarías todas esas cosas sin esos ojos helados,
sin esos ojos tatuados de oscuridad voluntaria
formada tan tranquila en la fila de los ciegos
sin esos ojos oblicuos, imperfectos y tallados luego?

Los ojos
O la frase del siglo: Tus ojos.

Todos hablan de los ojos de otros porque no ven los propios.
Todos reparan en la mirada que desean, pues no alcanzan a ver la suya
(menos aun en los espejos)

En los espejos, la gente que mira
se engaña.

Alguien me lo dijo.

En los espejos
las cosas parecen mejores de lo que sin embargo también parecen.

(No parecen mejores de lo que son, porque lo que son no lo sabemos)


Es así que el acto de reflejar es la reflexión. Ajá.

La reflexión de mis ojos en un espejo es la misma que me hace escribir esto
esto mismo.

Reflexión y reflejo son la misma cosa
luego
entonces
mis pensamientos son reflexión y reflejo de alguna luz que los proyecta
(sobre alguna pantalla desconocida) pero

-incongruencia

terriblemente pensable-


El reflejo de mis ideas sobre esa agua cognoscible
no vale más ni que un arbusto
o una lagartija
o un querer atar lo que no se sabe.

Cómo pensar entonces que la sed
(la más profunda y desértica sed)

es menos reflejo o más reflexión

que la idea de beber hasta saciarse

(o que el acto mismo de engullir esa agua resucitadora)

hasta el mismísimo hartazgo o incluso más allá.


Cómo pensar entonces que “amar”

(Ese “amar” tan bolsa

tan lleno de reflexión (reflejo)

tan nada y tan enorme(sensible)

vale menos – o más –

que la idea de besar tu boca

o que el acto mismo de tu boca besando la mía

o que la historia enterita de todos los besos

cualesquiera que hayan y que se dejen escribir

y que llenarían cualquier reflexión hasta el delirio.

¿Cómo reflejo podría ser más que reflexión, o al revés,
reflexión ser más que la imagen del espejo
o el espejo mismo ser más que superficie que devuelva luz y oscuridad
sonido y silencio

y cómo superficie puede ser más visible que el (supuesto) verdadero contenido?

¿Cómo?

Todo es culpa de nuestra bellamente adiestrada cabeza, creo.

Pero, gran paradoja, siempre ha estado equivocada

porque siempre que la vemos

describimos

adoramos

la hemos visto , finalmente,

en alguna suerte de espejo.

¿O no?

¿on O?

domingo, abril 24, 2005

Un jazz silencioso.

Un contrapunto para la poesíajazz de un buen amigo.

Escuchando Jazz.

El jazz es reposar en medio del mundo, esperando la siguiente ola. El jazz es un juego entre niños pequeños: una inútil competencia para encontrar alguien que hace mejor una igualmente inútil cosa.

El jazz es un vaivén. El jazz es una vil y vulgar onda. Sube y baja, entra y sale. El jazz se mide como todas las buenas cosas: solo permite dos posibilidades. Ya sea adentro o afuera. Ya sea arriba o abajo.

El jazz es como las marejadas. Binario: O cero o uno. Nunca indistinto. O sonido o silencio: nunca pacífico. El jazz siempre es una buena canción: No permite el aburrimiento.

Cada vez que escucho jazz, me veo a mi mismo en la orilla de cualquier playa irreconocible. Siempre esperando otra y otra más. Siempre la siguiente ola. Siempre intranquilo ante el próximo movimiento. El jazz no concede treguas. El jazz es implacable.

Cualquier idiota que se aburra oyendo jazz es porque no tiene paciencia. El jazz es el Mesías de los desidiosos: siempre salva la noche que a nadie le importa. Siempre se hace notar donde nadie apuesta por su presencia. El jazz es como esos mitos. El jazz es como esos dioses.

Yo trato siempre de abrir los brazos para provocar que su llegada sea más cómoda. Yo trato siempre de entender el ritmo de sus indiferentísimos pasos. Al jazz normalmente no le importa. Solo le es imprescindible llegar, sin importar cual sea el resultado.

El jazz jadea muy por encima de los músicos. El jazz existe muy a pesar de ellos. Y aunque ellos traten de domarle, y aunque ellos fallecen muchas veces en el intento, el jazz no se inmuta. Persiste. Traza enormes y duraderas continuidades.

Pues el jazz sabe callar, y lo hace bien como pocos. Calla y calla para engendrar muy silencioso su expectativa. La germina respetuoso en su intérprete. La trasciende con incredulidad en su escucha. Y luego reencarna.

El jazz es simple como la próxima ola. El jazz es la música que todos esperan. El jazz juega con nosotros tal y cómo sus músicos juegan con él. El jazz nos domestica. El jazz nos hace libres.

El jazz es un nido de pequeños pájaros dormidos. Despiertan uno a uno. Despiertan todos. Vuelven tranquilos al sueño. Tarde o temprano alzan el vuelo y jamás regresan.

El jazz es la metáfora perfecta de la existencia: nace, crece, enamora, pierde, descrece y muere. Es feliz solo por un momento. Sufre solo al desencantarse y al morir. Persiste todo el resto del tiempo. Es inmune a las ganas de ser.

Y es que el jazz es miedoso. No puede ser tan no-humano como todos quisieran. Sucumbe a la tentación. Sobrevive las traiciones. Persevera.

El jazz tiene solo una posible escapatoria: Sobrevivir su vano origen y trascender a sus amantes. Pero como toda buena creación humana, es completamente incapaz. Y por ende, es merecedor de su digno encierro. Que no se queje. Que no se atreva a llorar. Que simplemente siga sonando.

Verbos que engendran

Tengo otro blog. Tengo otro nombre. Tengo otras caras y otras ganas. Otros días pienso otras cosas y las escribo allí. Prosa violenta y muchas veces mentirosa. Imágenes de lo soy, paradigmas de lo que no soy ni quiero ser y viceversa.

Pero hay veces que me levanto dulce. Con un dulzor terrorífico, me da miedo tanta mermelada. Tanta tolerancia no puede caber en mi personaje. Entonces me escondo. Me vuelvo niño y me quedo quieto, bajo las cobijas, aterrado de que todo me guste, o de que el disgusto me sepa rico. Me da más miedo la luz que la oscuridad. Me doy más miedo cuando construyo que cuando cago y salpico el mundo con mi arbitrariedad y mi arrogancia cómoda y feliz.

Por eso es que he creado este pequeño espacio de desahogo. "My happy place"-- donde pueda vomitar la mucha mermelada que algunos días me asfixia -- Sin pena, sin pretensiones, sin querer hacer literatura. Solamente un lugar para ser cursi y andar encuerado, sin pudor. Lo siento por mis víctimas. Lo siento también por quienes acaben leyendo. La cura a esta melcocha la encontrarán en mi alter-blog, mismo que no mencionaré aquí, pero que seguro lo conocerán quienes lleguen.

Bienvenida la jalea.